Instituciones democráticas, derechos fundamentales, movimientos sociales y “buena política”


            
           
          

Las democracias no son sólo las formas de gobierno sino todas las instituciones y modos de tomar decisiones, es decir, democracia abarca cualquier forma de toma de decisión y de legislación.

En el contexto global, hay un desajuste entre instituciones democráticas y las estructuras internacionales (que tratan de seguir un modelo democrático). Pero estas estructuras internacionales, no pueden tener ni soberanía en el sentido clásico ni ciudadanos propios. Entonces, ¿cómo es que se pueden compartir estas estructuras democráticas internacionales si los requisitos se siguen dando en los estados? Esto es posible gracias a los agregados de audiencias o de opinión pública.  Las estructuras internacionales pueden proveer de políticas en función de las demandas de los ciudadanos (que están reunidos en audiencias). 

Como esto es algo menos formalizado se tiene que fijar un marco normativo (convenios, tratados, acuerdos, etc.). Este marco normativo marca unos mínimos, unos derechos fundamentales. La firma del tratado indica el compromiso de cumplir esos derechos y deberes pero sólo pasará a un derecho positivo sólo si así lo decide el Estado–nación. Estos tratados no dan garantías, en el sentido clásico, pero son elementos que tratan de marcar los criterios de transparencia.

El objetivo es que se consiga una “buena” política, que incluyan elementos normativos (los derechos fundamentales). Hay un marco de regulación con acuerdos que, aunque no se hayan traducido positivamente en la legislación, son, según Durkheim, “triunfos” que pueden esgrimir los ciudadanos.

Se produce una segmentación con una distancia entre “debe ser” (normativo) y “es” y entre local y global. Esto da un problema de quiénes son los destinatarios, los interlocutores de estas demandas (la soberanía). En el plano internacional, se recurre a los gobiernos pero siendo complicada la resolución.

Esto deja abierto el tema de la “justicia global”. A nivel local, es complicado reclamar justicia pero existen mecanismos para ello. Sin embargo, reclamar justicia a escala internacional o global es una empresa más ardua, cuando no es imposible. El tema de la “justicia global” es un tema muy recurrente que aparece en publicaciones sobre la globalización analizado desde muchas perspectivas (social, política, moral, filosófica,...). El tema de la “justicia global”, conceptualmente, tendría que ver con la teoría kantiana de la “paz perpetua”. Es una teoría cosmopolita. Se basarían en los derechos humanos, pero, como lo global se relaciona con lo local, tiene que tener en cuenta las diferencias (culturales, regionales, tradicionales,), que deben ser respetadas.

El término “arena global” indica esta concepción de enfrentamientos que se dan a nivel global. Personalmente, considero que por un lado, hay una tendencia a la internacionalización y, al mismo tiempo, una dinámica defensiva de poner límites de identificación con los demás, ya que existe la tendencia de imponerse unas sobre otras. Los marcos de referencia de las identidades son:

- Débiles, que tienden a retroceder.
- Fuertes, que tienen a expandirse.

Esto ha llevado a una propuesta, donde la cultura global debería no ser la concepción de “arena global”, sino más bien el modelo cosmopolita (un modelo de acuerdos y consensos). Este modelo cosmopolita tiene como problema que es un modelo que es sólo accesible a una élite cultural.

La cultura global tiene una dificultad: trata sobre las visiones del mundo, la interpretación de la realidad,... Se trata de elementos racionales e irracionales. Sólo se pueden constatar esa existencia de estas diferentes visiones de la realidad. A escala global, unas no se valoran unas más que otras, así todas tendrían que tener un espacio o una oportunidad similar. Por lo tanto, el escenario sería la proliferación de visiones del mundo. Así, sólo tendrían sentido aquellas visiones del mundo que lograrán una fijación local, que tienen un arraigo local. Esto es lo que define, precisamente, el que esté o no en plano de igual en esa arena global. La definición más correcta de esa cultura a escala global sería que mezclaría elementos homogéneos y heterogéneos y cómo se ensamblan estas variables entre sí. Un ejemplo de esto sería la idea de “justicia global”.

El equilibrio para llegar a una visión cosmopolita lo llevan a cabo los movimientos sociales (es decir, los propios agentes son los que van a determinar en qué claves se va a establecer esta cultura global y qué elementos va a ser dominantes en esa cultura y cuáles son accesorios). Un ejemplo de esto serían los movimientos ecologistas. Muchos trabajos establecen que la sensibilización hacia temas vinculados hacia los recursos ambientales no viene por parte de las instituciones ni por parte de las culturas hegemónicas sino por culturas de tipo local que han logrado internacionalizarse.

En conclusión, la globalización por un lado, provoca la recuperación de símbolos locales, culturales,... Por otro lado, la globalización provoca la polarización de los agentes (obligándoles a que sigan dinámicas opuestas). Y, finalmente, la globalización, a nivel de las instituciones, se produce la pérdida de competencias que no se sabe a dónde van, quienes la asumen, etc.


Tened una feliz semana. 
Un abrazo muy grande, Leticia.












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