La Filosofía del siglo XX
El núcleo de la filosofía del siglo XX no será el ser
sino la vida. Comienza pues con los diversos vitalismos: el vitalismo
metafísico de Bergson y el historicista de Dilthey, el de Simmel y el vitalismo
por parte de Cassirer. Después tendrá lugar lo que se conoce como giro
lingüístico, que explica que el pensamiento esta en el lenguaje y no en el
entendimiento. Respecto al lenguaje se construyen dos lógicas, la fenomenología de Husserl y la lógica
hermenéutica de Heidegger, y la lógica matemática de Russell y la
transformación de esa lógica en pragmatismo de la mano de Wittgenstein.
La vida comentada en la existencia
se convertirá en una región ontológica en la cual se centrará buena parte de la
filosofía del siglo XX, con existencialismos ateos como el de Sartre o
cristianos como el de Marcel. Otra rama importante de interpretación del
existencialismo la aportará el marxismo.
De esos existencialismos brotará el
estructuralismo (el lenguaje desde el concepto de estructuras) y en esa línea
se desarrollará la llamada hermenéutica. En otras líneas, influida más por el
marxismo que por el existencialismo serán Horkheimer, Adorno y Habermas; y por
fin una de las tradiciones definitivas del siglo XX que es el pragmatismo
(especialmente en Norteamérica). Además
hablaremos de otra línea ontológica histórica representada por Faucault, que es
la historia como acontecimiento.
Las filosofías fundamentales del
siglo XX van a centrarse en la ontología más que en la metafísica, también es
muy importante la restauración del pensamiento simbólico. En el siglo XIXI
priman dos tradiciones, el neokantismo y el positivismo. La filosofía de
Nietzsche como introducción del siglo XX pone la vida en el centro de la
filosofía y critica las dos tradiciones principales de su tiempo. Esto hará que
una de las principales tradiciones del siglo XX sea el vitalismo. Hay dos
interpretaciones del vitalismo: la de Simmel y la de Bergson. Ambas lo plantean desde la
metafísica, haciendo metafísica de la vida. Hay otra forma del vitalismo
llamado el historicista donde se distinguen las posturas de Dilthey y Cassirer,
donde lo fundamental es la crítica de los valores culturales e históricos de cada
momento.
En la segunda mitad del
siglo XIX surge el pensamiento vitalista contra el mecanicismo que ha dominado
toda la filosofía moderna, mecanizada y matemática, que en la modernidad lo
consolida Kant especialmente en la interpretación de la ciencia que hace él y
el neokantismo. El kantismo se planta en el fondo qué conocimiento puede ser
científico, eso es lo que critica el vitalismo. Frente a esto el vitalismo
revaloriza lo singular, lo interior, lo anímico, lo vivido, lo dinámico.
Critica el componente sistemático de la filosofía moderna y “da lugar a una
ética del autoengendramiento del hombre por si mismo”, por ejemplo el
superhombre de Nietzsche, éste es pues el gran iniciador del vitalismo, la vida
como algo fluido y creador. No hay determinismo en la creación. Es lo que estos
autores tratarán de hacer.
Hay dos grandes líneas del vitalismo
ya en el siglo XIX, una más metafísica (Bergson, Simmel) y otra más historicista (Dilthey, Cassierer)
de donde vendrá la hermenéutica más tarde.
Por último, comentar que el vitalismo histórico, realizará una crítica de la razón
histórica cuyo pionero es Dilthey, que se preguntará cómo aparece la razón en
la historia, y una crítica a la cultura por parte de Cassirer. En esta línea
historicista se propone la fundamentación de las ciencias del espíritu
(Dilthey) y las ciencias de la cultura (Cassirer) replanteando la critica de la
razón Kantiana.
Me despido con uno de mis poemas favoritos, de un gran poeta del siglo XX, mi querido Vicente Aleixandre, forma parte del libro La destrucción o el amor, que escribió entre los años 1932 y 1933, publicado finalmente en el año 1935 y, dice así:
Me despido con uno de mis poemas favoritos, de un gran poeta del siglo XX, mi querido Vicente Aleixandre, forma parte del libro La destrucción o el amor, que escribió entre los años 1932 y 1933, publicado finalmente en el año 1935 y, dice así:
- SE QUERÍAN -
Se querían.
Sufrían
por la luz, labios azules en la madrugada,
labios
saliendo de la noche dura,
labios
partidos, sangre, ¿sangre dónde?
Se
querían en un lecho navío, mitad noche, mitad luz.
Se
querían como las flores a las espinas hondas,
a
esa amorosa gema del amarillo nuevo,
cuando
los rostros giran melancólicamente,
giralunas
que brillan recibiendo aquel beso.
Se
querían de noche, cuando los perros hondos
laten
bajo la tierra y los valles se estiran
como
lomos arcaicos que se sienten repasados:
caricia,
seda, mano, luna que llega y toca.
Se
querían de amor entre la madrugada,
entre
las duras piedras cerradas de la noche,
duras
como los cuerpos helados por las horas,
duras
como los besos de diente a diente solo.
Se
querían de día, playa que va creciendo,
ondas
que por los pies acarician los muslos,
cuerpos
que se levantan de la tierra y flotando...
Se
querían de día, sobre el mar, bajo el cielo.
Mediodía
perfecto, se querían tan íntimos,
mar
altísimo y joven, intimidad extensa,
soledad
de lo vivo, horizontes remotos
ligados
como cuerpos en soledad cantando.
Amando.
Se querían como la luna lúcida,
como
ese mar redondo que se aplica a ese rostro,
dulce
eclipse de agua, mejilla oscurecida,
donde
los peces rojos van y vienen sin música.
Día,
noche, ponientes, madrugadas, espacios,
ondas
nuevas, antiguas, fugitivas, perpetuas,
mar
o tierra, navío, lecho, pluma, cristal,
metal,
música, labio, silencio, vegetal,
mundo,
quietud, su forma. Se querían, sabedlo.
Un abrazo, feliz semana. Leticia.
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