El niño mimado de Ortega y Gasset
Hace unos días mientras desayunaba,
tuve la oportunidad – tal vez algunos de vosotros también - de ver en
televisión una entrevista a uno de los abogados especializado en relaciones
internacionales más importantes e influyentes de España: D. Antonio Garrigues
Walker. En ella, en relación a las elecciones de Estados Unidos y a su nuevo presidente,
la periodista le preguntó al prestigioso abogado si estaba de acuerdo con
definir a Donald Trump como “el niño mimado”, a lo que respondió de manera automática y contundente con una afirmación. En ese momento, me cuestioné
¿son conscientes ambos y, todos aquellos que así definen al nuevo presidente,
del significado de tal calificación? Es más ¿sabrán que un día el filósofo D.
José Ortega y Gasset escribió acerca de la misma?
Y es que este gran pensador en su libro
La Rebelión de las Masas, hace
referencia a una épica a la que denomina, la Época del Señorío Satisfecho. Centrándose
en la II Guerra Mundial, donde Europa se encontraba entreguerras entre
regímenes totalitarios y colonialistas, donde el sistema totalitario era un régimen
de libertad privada, cuya idea de libertad y política era impensable, es más, el poder político anulaba la voluntad de sus ciudadanos, pero no
coaccionándoles, sino que eran los propios ciudadanos los que limitaban su propia voluntad simplemente porque se veían más cómodos así. Estos
seres humanos eran denominados por el pensador como “masa”, por ser una mayoría
de la sociedad la que prefería por mera comodidad anular su propia voluntad dejándose llevar por aquellos quienes ejercían el poder político, donde por
tanto, las masas más que ser y vivir, lo que hacían era sobrevivir. Dentro de
esas masas, se encontraba el llamado “el señorito
satisfecho”, que era aquel que no necesitaba actuar verdaderamente, el que no necesitaba asumir su destino,
porque el mundo le había dado ya todo hecho. Es el que al verse en tal
situación, se quedaba, sencillamente, instalado en ella, puesto que desde allí,
podía perfectamente ejercer su dominio. La vida allí no consistía en lucha, en
acción radical, en – ser – en toda la acepción del término, sino en pura y
simple COMODIDAD. En concreto, acerca de la psicología del Señorío satisfecho,
Ortega escribe (s.i.c.):
"(…)
de este nuevo tipo de hombre-masa, se encuentra lo siguiente: 1., una impresión
nativa y radical de que la vida es fácil, sobrada, sin limitaciones trágicas;
por tanto, cada individuo medio encuentra en sí un sensación de dominio y
triunfo que, 2, le invita a afirmarse a si mismo tal cual es, a dar por bueno y
completo su haber moral e intelectual. Este contentamiento consigo le lleva a
cerrarse para toda instancia exterior, a no escuchar, a no poner en tela de
juicio sus opiniones y a no contar con los demás. Su sensación intima de
dominio le incita constantemente a ejercer predominio. Actuará, pues, como si
sólo él y sus congéneres existieran en el mundo; por tanto, 3, intervendrá en
todo imponiendo su vulgar opinión, sin miramientos, contemplaciones, trámites
ni reservas, es decir, según un régimen de <<acción directa>>” (Ortega y Gasset: La Rebelión de las
Masas: edición Tecnos: España: 2008, 233, 234p).
Por
consiguiente, este hombre masa, Ortega lo llama causalmente “el niño mimado”, refiriéndose
a un hombre heredero de su historia, heredero de la civilización, del mundo
industrial, con todos sus avances científicos, y su bienestar, donde la ciencia
y el capitalismo le dan una seguridad en el mundo, con un cierto poder en la
naturaleza, siendo así, finalmente, desbordado por ello,
como un hombre-masa inserto en el mundo del poder y de la seguridad incapaz de
abandonar esa situación plena de comodidad en la que se haya. En concreto, para nuestro pensador ese "niño mimado", puede
hacer mucho alarde de su poder, pero el trasfondo de su existencia es tan
solo un sitio vacío, individual, un mundo donde sencillamente se vive por
vivir, por representar una ficción. Así, comparándolo con un aristócrata, nos dice
Ortega (s.i.c.):
“(…) Está condenado a representar al otro, por
tanto, a no ser ni el otro ni el mismo. Su vida pierde, inexorablemente,
autenticidad, y se convierte en pura representación o ficción de otra vida.
Toda vida es lucha, el esfuerzo por ser sí misma. Las dificultades con que
tropiezo para realizar mi vida son, precisamente, lo que despierta y moviliza
mis actividades, mis capacidades. Si mi cuerpo no pesase, yo no podría andar. Si
la atmosfera no me oprimiese, sentiría mi cuerpo como una cosa vaga, fofa,
fantasmagórica”.
(Ibídem: 235,236p).
Por tanto, nuestro
pensador considera que aquel ser humano - niño mimado - que no posee una fuerza vital, si no
concibe la vida como una dificultad, se encuentra en una vida dormida, algo así
como un sueño o espejismo, algo totalmente separado de la realidad. Esa
concepción del hombre, estaría bien visto en el sistema totalitario, un mundo
creado por la ciencia y la tecnología, un sistema capitalista, un arte en
decadencia. Hemos de tener presente, que lo que realmente busca nuestro filósofo
es el verdadero sentido de poseer una identidad propia, pero no sólo los
individuos, sino también las naciones europeas y, hoy día el resto naciones incluyendo Estados Unidos. En el momento que tanto el
individuo o una nación encuentre su propia identidad, estos, entonces,
pueden lograr ser su destino, cumplirlo, con relación a los otros y, dejar de
ser un conglomerado de masas, donde el pensamiento se pierde y, la voluntad aun
más. Pero esta imagen del mundo, viene heredada por el siglo XIX, este nuevo
tipo de hombre-masa, como bien lo llama Ortega, esta todo lleno de cualidades
inciviles, todo en él es simplemente una proyección de otro, que no es él
mismo.
El hombre
masa y, con ello el niño mimado, es un hombre sin autenticidad en la vida, sin deseo de cambio, haciendo
únicamente de la vida un simple paseo, dentre de la misma no hay nada de
verdadero, su vida, no exige ningún tipo de compromiso, lo que hace, más bien,
es burlarse de la misma. Es, digamos, como un prototipo de hombre que cree que
tiene el poder y dominio, pero en el fondo no tiene nada, porque no ha cumplido
su destino, está viviendo como bien, se había señalado antes, una proyección. Entendemos entonces que el concepto de vida, lo coloca aquí, Ortega, para mostrarnos como la misma peligra en este sistema, en este conformismo. Para él, la vida como bien
lo señala es problemática, es lucha, es inseguridad.
El hombre
debe enfrentar su destino, su vida tiene que ser como bien utiliza la imagen
Ortega, natación, esfuerzo. Así dentro
de esto, vemos en una radiografía a la
Europa de este momento, y lo que nos muestra, es más bien, un espíritu de
decadencia ante la verdadera razón vital. Puede que otros se puedan parar sobre la vida, oprimirla, silenciarla, porque tienen el dominio, pero esta “se
defiende sola”. Cada uno debe cumplir con su destino, no se trata de hacer lo
que le da la gana, sino de un deber ser.
Y ahí se
instala el problema de la libertad, porque ¿qué pensamos que es esta aquí?
Desde Ortega, desde esta situación, este hombre-masa, ya no solo es el
señorito, sino también el hijo de familia, que hace lo que le da la gana. Pero
este hacer lo que le da la gana, no conlleva en si algo positivo, porque con
esto no está reafirmando su ser, sino su propia miseria.
Es un
hombre que no le da valor a las cosas, que puede pisotear la vida, puede
destruir el paraíso con sus propias manos, porque su valoración es nula, el
cree que merece todo, porque todo se la ha sido otorgado, y no ha tenido que
realizar ningún esfuerzo por ello. Pero es un engaño, porque sencillamente no
es libre, aquel que no es él mismo. Aquí no
existe un deber ser, no hay una aceptación del destino, y esto en relación con
Europa, es que no aceptan que hay un destino común, que es el liberalismo, que
se proyecta y es el camino del hombre occidental, así los regímenes no lo
acepten. Este, es el destino propio al que ha llegado la política aquí.
En conclusión, que Europa y, ahora también Estados Unidos y el resto de naciones, en esos momentos viven una vida inautentica, lo
mismo que los hombres-masa que la habitan, es evidente, pero ante la negación del destino,
ante el vivir en las apariencias, sólo queda mostrar una risa cínica, que
presume levantarse sobre la vida, anular su signo, y desconocer que esta es per
se, que está más allá de su negación. Este hombre-masa, puede fingir, dominar,
vivir un espejismo, pero nunca, va a poder quitarse la fuerza de su destino,
que es el peso de la libertad. Y el de la verdad, que es eterna, y que está por
encima de cualquier existencia inautentica.
Os dejo el link de la entrevista a la que he hecho referencia al principio del post up: http://www.antena3.com/noticias/mundo/garrigues-walker_201701205881c8eb0cf2d32115eaf959.html
Muchas gracias una vez más por vuestra
visita, espero que haya sido confortable y que hayáis disfrutado de la
lectura, nos vemos pronto. Feliz domingo y feliz semana. Un fuerte abrazo, con
todo mi aprecio y cariño, Leticia.
"Tiene sólo apetitos, cree que tiene sólo derechos y no cree que tiene obligaciones: es el hombre sin la nobleza que obliga".
- Ortega y Gasset -
En las sociedades actuales, donde el totalitarismo ya no es un sistema político aceptable, el hombre sigue prefiriendo ser masa, sigue dejándose llevar por una sociedad que cada vez restringe más la libertad del individuo, sin necesidad de los resortes del poder político. Lo políticamente correcto, la opinión mayoritaria y el miedo a enfrentarse a los grandes grupos son suficientes para anular el pensamiento crítico. Enhorabuena por el post!
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo contigo Adolfo, continuamos en una sociedad donde el hombre por comodidad prefiere seguir siendo masa, dejando a un lado su propio criterio - para aquellos que lo tienen - y, siendo un ser sin identidad alguna... aún así, las minorías tenemos el deber de fomentar en pensamiento crítico desde todos aquellos campos a los que tenemos acceso, es un valor que no ha de perderse en nuestra sociedad. Muchas gracias por tu comentario y por visitar el blog. Un saludo cordial.
EliminarLo curioso es que esa "presión" de la masa se ejerce en un régimen político de libertad de expresión, y sin embargo, me atrevería a decir, que la presión es aún mayor que hace años. Es reconfortante encontrar personas como tú, que desde una sólida formación previa, dedicas tu tiempo a alzar la voz y denunciar a ese "hombre-masa" que hoy domina
EliminarEstoy contigo. Muchas gracias Adolfo, yo también estoy agradecida de que personas como tú lean mis palabras y sigan el blog... un abrazo!
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