Ética de la felicidad
Henri MATISSE, La alegría de vivir. Óleo sobre tela, 1906. |
"La felicidad que se vive deriva del amor que se da".
- Isabel Allende -
La entrada de hoy es un tanto especial y personal, especial porque la publico Domingo de Resurrección y, personal porque como tal día como hoy, desde que nací, lo celebro como el día de mi santo, Santa Leticia. Y es que, Leticia - de origen latino Laetitia - para los curiosos, significa indistintamente "Felicidad" o "Alegría", en concreto, en la persona significa "la que trae felicidad y alegría". Seguro que quiénes habéis tenido la oportunidad de conocerme personalmente, podéis corroborar que en mi caso es cierto aquello que se dice: "que el nombre hace a la persona", puesto que suelo ser una chica muy risueña y alegre, es algo que llevo innato, sin más, mi sonrisa me delata, forma parte de mi personalidad. Por ello, como hoy es Domingo de Resurrección, un día feliz por la resurrección de Jesucristo, de ahí la celebración de Santa Leticia, aprovecho la ocasión para escribir sobre un tema feliz: la ética de la felicidad. Espero que os guste y disfrutéis de la lectura.
Dicho lo anterior, a continuación, veremos diferentes modelos de felicidad que se han dado a lo largo de la Historia.
En primer lugar, nos encontramos con el modelo de
felicidad de Aristóteles en la Antigua Grecia, puesto que es el primer pensador y filósofo que se pregunta ¿qué es la felicidad?. Esta es la pregunta que subyace en su obra Ética
a Nicómaco. Para Aristóteles hay una
conexión, por un lado, entre la felicidad
y la vida buena y, por otro lado, entre la felicidad
y la realización de las virtudes en el marco social y político de la polis (ciudad).
Así pues, según el pensador griego no se puede
ser feliz siendo un sinvergüenza, siendo un canalla... viviendo inmoralmente, así, critica a los que buscan el dinero, el placer, la fama, el poder,... ya
que no son más que medios para conseguir la felicidad, no la felicidad en sí,
porque la felicidad es valiosa por sí misma. Además, la
felicidad humana ha de estar conectada con algo que sea específicamente humano
y que nos distinga de los animales: la razón. La razón es la esencia humana (lo
que nos diferencia de los demás animales). Por eso, Aristóteles considera al
hombre como un animal racional, la razón es la facultad que nos conduce a la verdad y a la realización del bien. Asimismo, además, el hombre también es un hombre social
(político), que se realiza viviendo con los otros (considerándose lo sociable
como algo natural).
Para Aristóteles, la felicidad
se busca por sí misma, es algo perfecto y suficiente, y constituye el fin de
todos los actos. La felicidad es vivir de acuerdo con la razón, la felicidad es
realizar el bien desde la razón, realizar la virtud desde la razón, es una
“actividad del alma”. La felicidad
tiene que ver la praxis, la acción,... para Aristóteles, ser feliz será el
filósofo porque es el más sabio, porque es el que desarrolla más la capacidad
intelectual, porque la filosofía es una actividad práctica que genera felicidad. Así, discute a
los filósofos que consideran que la felicidad está en el placer, en el poder,
en el prestigio, en la ausencia de sufrimientos,...
El pensador griego también se cuestiona si los amigos producen o no felicidad y concluye que sí
porque ser feliz consiste en relacionarnos con los demás.
“La felicidad no es un habito o disposición... más bien se la debe
considerar como una actividad deseable por sí misma y no por causa de otra
cosa, porque la felicidad no necesita de nada, sino que se basta a sí misma.
Ahora bien, se eligen por sí mismas aquellas actividades en que no se busca
nada fuera de la misma actividad. Tales parecen ser las acciones virtuosas,
pues el hacer lo que es honesto y bueno pertenece al número de las cosas
deseables por sí mismas”.
Por consiguiente, las características del eudemonismo (felicidad) en Aristóteles son:
- Filosófico. El hombre adquiere su plena felicidad desarrollando la actividad intelectual que le caracteriza, buscando o amando desinteresadamente la verdad.
- Aretético. La felicidad es una práctica de las virtudes (sobre todo, la de la prudencia o la sabiduría práctica). Otras virtudes que también se practican serían la generosidad, la valentía, la templanza, etc.
- Hipotáctico. La felicidad está subordinada a determinadas circunstancias: los bienes del cuerpo (salud); los bienes del exterior (dinero,...) y los bienes del alma (amistad, virtudes,...).
En segundo lugar, nos encontramos con el modelo de
felicidad de San Agustín. La pregunta de San Agustín es: ¿cuál es la verdadera felicidad? Este pensador admite que hay concepciones falsas de la felicidad y una concepción verdadera
de la felicidad. En sus obras De
la vida feliz, Confesiones y Ciudad de Dios, habla sobre la
felicidad. Para San
Agustín, la felicidad está relacionada con Jesucristo (que es la Verdad) y un
individuo no podría ser plenamente feliz sin considerar a Jesucristo. La
felicidad sería gozar de la presencia de Dios. La felicidad será plena cuando
se esté con Dios. Por otro lado, la felicidad también está relacionada con una
voluntad de amar a las otras personas. La felicidad
es el sumo bien (es decir, consiste en hacer todo aquello que nos conduce hacia
la vida eterna). Para San Agustín, los filósofos griegos y romanos querían ser
felices en esta vida; mientras que él abre la felicidad a la escatología, al
más allá de la muerte (donde se sitúa la verdadera felicidad). Los rasgos
típicos del eudemonismo en San Agustín son:
- Filocrístico. La verdadera sabiduría es Jesucristo. Se puede ser plenamente feliz siguiendo y amando a una persona en la que Dios se ha encarnado: Jesucristo. El hombre busca la Verdad (es decir, a Jesucristo) y será feliz cuando lo descubra y lo ame.
- Agapético. La felicidad tiene que ver con el desarrollo de las virtudes y todas ellas derivan de la virtud suprema: el amor (ágape) (que es la relación de entrega de uno hacia los demás). Para San Agustín, el que no ama está sufriendo, es un desgraciado,... porque lo que caracteriza a las personas es el amor. Todo amor entre personas es una experiencia humana de la felicidad. Ese amor (y esa felicidad) se plenifica cuando está referido a Dios, a Jesucristo. Frente o añadiendo a las virtudes cardinales (que se pueden conseguir con el esfuerzo personal) (templanza, fortaleza, valentía y prudencia), San Agustín propone tres virtudes teologales (que no puede adquirir el ser humano y que le son dadas al hombre por Dios): fe, esperanza y caridad.
- Teodorético. La felicidad depende de la relación del hombre con Dios y se convierte en un don dado por Dios. Así, sin bienes del cuerpo, del alma o del exterior, el hombre puede ser feliz.
En tercer lugar, debemos destacar el modelo de
felicidad de Kant (moderno). Su pregunta
es: ¿cómo llegar a ser digno de la felicidad? Kant articula
las preguntas filosóficas de la siguiente forma: ¿qué puedo conocer? ¿qué debo
hacer? ¿qué me cabe esperar? Estas tres preguntas se resumen en una: ¿qué es el
hombre?. El núcleo de
la ética en Kant es el deber. Kant rompe con
el mundo griego y, sobre todo, con el mundo cristiano. Kant rompe la unión del
cristianismo, de la ética y la religión. La moral como causa de sí misma no
necesita, en modo alguno, de la religión, sino que se basta a sí misma, en
virtud de la pura razón práctica.
Para Kant, la
felicidad se define de varias formas, pero la felicidad no puede ser el motor
de la ética. La felicidad se conseguirá en función o como consecuencia de las
acciones morales.
“La conciencia que tiene un ser racional del agrado de la vida que
sin interrupción acompaña toda su existencia, es la felicidad y el principio
que hace de ésta el supremo fundamento de determinación del albedrío, es el
principio del amor a sí mismo”.
“La felicidad es el estado de un ser racional en el mundo, al cual,
en el conjunto de su existencia, le va todo según su deseo y voluntad;
descansa, pues, en la concordancia de la naturaleza con el fin total que él persigue
y también con el fundamento esencial de determinación de su voluntad”.
Así, la
felicidad es posible cuando los propios deseos y proyectos se realizan a lo
largo de la mayor parte de nuestra existencia. Los rasgos
típicos del eudemonismo en Kant son:
- Filonómico. Es la búsqueda del cumplimiento de la ley, de la norma. Para Kant, en contraste con la ética cristiana, lo fundamental es cumplir los mandamientos, las normas,... dictados por Dios. Esto es lo que genera en el hombre la felicidad. Para Kant, lo prioritario en la realización personal es el cumplimiento del deber. Toda moralidad de las acciones y toda posible felicidad dependen de que el hombre actúe por respeto a la ley. El hombre, en términos morales, es el ser que esforzándose en cumplir los mandamientos consigue la felicidad. Para Kant, la posibilidad de ser feliz está unida al seguimiento de la ley moral y al esfuerzo por ser bueno. Para Kant, la sabiduría es saber como vivir, cumplir la ley.
- Deóntico. La virtud principal, para Kant, es el cumplimiento del deber. Kant considera que hay una conexión entre el deber y la felicidad. Esta conexión es que la realización del deber lleva consigue la felicidad. Para Kant, la felicidad no es el motor de la acción moral sino que es el resultado o consecuencia del cumplimiento del deber. Kant distingue dos tipos de deberes:
- Para con uno mismo. Algunos estudiosos interpretan que sería buscar la propia felicidad. Pero, Kant dice que esto no es cierto si no que se relacionan con el respeto de uno mismo como un ser que tiene valor absoluto y dignidad. Según Kant, para ser feliz uno debe considerarse a sí mismo como fin y no como medio.
- Para con los demás. Por un lado, estarían los deberes de afecto (o de benevolencia), y por otro lado, los deberes de obligación (o de justicia). El amor, para Kant, no es un mero sentimiento afectivo sino que se traduce en una serie de obligación (o de deberes). El problema es que no se puede obligar a amar a los demás pero sí a respetar a los demás. Así, los primeros serían más débiles que los segundos. Para Kant, los deberes de justicia serían los que conducen a la felicidad. Para Kant, la felicidad sería respetar el deber y hacer lo que se quiera.
- Axiótico. Para Kant, la felicidad es merecida. En este punto, Kant postula la inmortalidad del alma y la existencia de Dios. Para Kant, el sumo bien es la virtud y la felicidad. La felicidad no es ni puede ser criterio de moralidad de las acciones. Sin embargo, para Kant, realizar la virtud y alcanzar la felicidad constituyen conjuntamente la consecución del sumo bien en una persona. Pero la felicidad sólo es posible proporcionalmente con la moralidad realizada, es decir, la felicidad es merecida dependiendo de si se ha obrado o no respetando la ley moral.
El hombre que busca la felicidad no puede descubrir analizando la idea
de “felicidad” que sea un hombre virtuoso. Ni al revés, el hombre virtuoso no
puede descubrir que es feliz analizando el significado de la idea de “virtud”.
Aunque estas dos ideas son distintas, la conexión entre ambas es necesaria, en
el sentido de que hemos de reconocer a priori que la virtud ha de
generar felicidad. Así, la felicidad no es la motivación para realizar el
deber, pero la virtud sí es la causa de merecer la felicidad. Pero, en la práctica, se nos demuestra que no hay relación entre virtud
y felicidad. Para superar esto, Kant indica que hay que afirmar dos postulados:
la inmortalidad del alma y la existencia de Dios. Así, la realización de la
virtud, aceptando estos dos postulados, sí generará felicidad. De esta forma,
Dios se convierte en una causa del conjunto de la naturaleza que garantiza la
exacta y proporcionada coincidencia de la felicidad con la moralidad, con el
cumplimiento del deber. Así, se postula la felicidad según criterios de méritos.
En conclusión, Kant considera que el hombre no puede ser feliz en este mundo porque es
imposible que le vaya todo según su deseo y voluntad. Así, la felicidad plena
se nos dará si cumplimos con nuestro deber, sino en esta vida, en la otra.
Por último, hacer mención al modelo de
felicidad de Rorty (postmoderno). El citado pensador, elabora un
neopragmatismo (que deriva del utilitarismo y del empirismo). En su concepción
de la felicidad, critica a los tres modelos anteriores. Rechaza los
esencialismos, las religiones y los racionalismos por considerar que provienen
o contienen un trasfondo metafísico y teológico. Al mismo tiempo, rechaza sus
preguntas y plantea la suya propia: ¿cómo puedo crear mi propia felicidad y la
de los demás en una sociedad democrática pluralista?.
A fin de no hacer muy cargada la lectura, para quiénes tengáis más curiosidad de conocer sobre Rorty y la felicidad, os invito visitar la entrada Richard Rorty, ¿cómo ser felices?
Me despido con la canción más feliz del mundo según el artículo Cuál es la canción más feliz del mundo, según la ciencia publicado en el diario El Comercio:
Don't Stop Me Now – Queen
Por otro lado, según Spotify la canción Happy - Pharrell Williams, encabeza la lista de las 10 canciones más felices:
Espero que os haya gustado la entrada de hoy, para mi la felicidad se resume en aquello que nos hace intuir que el camino es el correcto, que el amor es el verdadero y la amistad es auténtica, además de ser, como bien decía Aristoteles, el fin de todos nuestros actos. Todo aquello que nos haga felices únicamente con su presencia, es algo que nos suma y por ello debemos intentar conservar. En definitiva, pienso que en la felicidad obtenemos la respuesta.
¡Feliz Domingo de Resurrección y feliz Santo a todas las Leticias! Muchas gracias por vuestra visita.
Con todo mi cariño y amor, Leticia.
"Creo que la risa es el mejor quemador de calorías. Creo en besar, besar mucho. Creo en ser fuerte cuando todo parece ir mal. Creo que las chicas felices son las más bellas. Creo que mañana es otro día y creo en los milagros".
- Andrey Hepburn -
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