Un poco de estética de la Antigua Grecia
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Venus de Botticelli |
En la obra de Platón no existe una
estética, pero sólo en el sentido de que no la hay tampoco en sus antecesores
ni contemporáneos, es decir, que los problemas y postulados estéticos no habían
sido ordenados ni elaborados sistemáticamente. No obstante, todos los elementos
de la estética los encontramos en los escritos de Platón. En este campo sus
intereses y su competencia fueron bastante amplios y sus odias originales,
haciendo referencia en numerosísimas ocasiones a los problemas del arte y la
belleza, especialmente en sus dos grandes obras, la República y las Leyes.
Fue entonces la primera vez que los conceptos de la belleza y del arte
quedaron incluidos en un gran sistema filosófico, un sistema idealista,
espiritualista y moralista. Asimismo, sería imposible comprender la estética de
Platón sin su teoría de las Ideas, del alma y del Estado perfecto.
Por otra parte, fuera de su sistema,
los escritos de Platón contienen gran cantidad e ideas y pensamientos
estéticos, sobre todo bajo la horma de alusiones, resúmenes, anuncios o
metáforas. Platón escribió sus textos a lo largo de más de cincuenta años, y
buscando soluciones cada vez más óptimas, cambia con frecuencia de opinión. La
fluctuaciones de su pensamiento afectaron también a sus conceptos estéticos y
lo condujeron a otra interpretación y evaluación del arte. “ Si hay algo por
lo que vale la pena vivir, es por contemplar la belleza”, escribe Platón en
el Banquete. Todo el diálogo es una loa entusiasta de la belleza como
máximo valor, sin duda el primer elogio que recibe en la historia de la
literatura. Las formas, los colores y las medidas constituían, tanto para él
como para la mayoría de los griegos, tan sólo una parte de la belleza, pues
abarcan con este concepto no sólo los objetos materiales sino también elementos
psíquicos y sociales, caracteres y sistemas políticos, la virtud y la verdad.
El Banquete trata de lo bello, y
lo que allí se afirma acerca de esta idea coincide con lo que los otros diálogos
dicen sobre la idea del bien. Al leerlo, debemos recordar que no sólo se trata
de un elogio de la belleza estética de las formas y del aspecto de las cosas.
Los tiempos modernos más de una vez repitieron la frase platónica de que “la
belleza es la única cosa por la que vale la pena vivir”, pero la repetían ya en
un sentido reducido y puramente estético, valiéndose más de sus palabras y de
su autoridad que de su verdadero pensamiento. Empleaban la fórmula cuando
deseaban elevar los valores estéticos por encima de todos los demás, lo cual
precisamente no había hecho Platón. Este apreciaba la belleza estética, pero
junto a ella conocía y apreciaba también otra belleza. Y además de la belleza,
apreciaba otros valores como era la verdad y el bien.
“ La belleza no se presenta en forma de
cara o manos o cualquier otra cosa que tenga que ver con el cuerpo; ni siquiera
como un discurso o una ciencia; ni como algo contenido en otra cosa, trátese de
una criatura viviente, de la tierra, del cielo o de lo que sea, sino en sí
misma, idéntica consigo misma y eternamente existente. Todas las otras cosas
bellas participan de ésta en alguna medida, aun cuando todas ellas comienzan a
existir y parecen, mientras que la belleza misma nunca es afectada de aumento o
disminución ni sufre alteración alguna.” (Platón, Banquete, 211A)
Justamente de Platón proviene la famosa
tríada “verdad, bondad, belleza” que reúne los mayores valores humanos. En esta
tríada Platón iguala la belleza con otros valores superiores, sin elevar por
encima de ellos. Y lo que es más importante aún “la belleza” Platón la entendía
en el sentido griego, o sea, no le daba un sentido estrictamente estético. La
tríada de Platón fue adoptada en los siglos siguientes, en el curso de los
cuales se puso, sin embargo, más acento sobre el valor estético de lo que
propio Platón lo hubiera hecho. El alcance del concepto estaba establecido en
el idioma griego, pero hacía falta
establecer en base a él su contenido y aclarar, en una definición
inductiva, las cualidades comunes para todo el concepto de la belleza. Platón
emprendió concienzudamente esta tarea, pensando las diversas posibilidades y
tomando en cuenta las definiciones aplicadas por sus antecesores. Lo bello es
lo conveniente, lo bello es lo útil, lo bello es lo que sirve para lo bueno, lo
bello es un placer para la vista y para los oídos, lo bello es la grata
utilidad. En el fondo, estas definiciones se reducen a dos: lo bello es lo
conveniente y lo bello es un placer para vista y para los oídos.
Ambas definiciones habían sido empleadas
en la filosofía preplatónica. La primera “la belleza es lo conveniente”, fue la
definición de Sócrates. Al hablar de ella, Platón se sirve de los mismos
ejemplos que Sócrates, opinando que unos cuerpos son “bellos para correr” y
otros “bellos para luchar”. Sócrates había ilustrado su idea diciendo que un
adecuado capacho para estiércol era más hermosos que un escudo de oro, que no
servía para la defensa. Platón añade un ejemplo muy parecido diciendo que una
cuchara de madera es más hermosa que una de oro en cuanto que sirve mejor al
propio fin. Pero Plató rechazó la definición de Sócrates presentando dos
objeciones: la primera se basaba en la idea de que lo que es adecuado puede ser
un medio para llegar a lo bueno, pero no puede constituir lo bueno por sí
mismo, mientras que lo bello siempre es bueno. Y la segunda sostenía que entre
hermosos cuerpos, formas, colores o sonidos, efectivamente se encuentran los
que apreciamos pro su utilidad, pero hay
también otros que apreciamos por ellos mismos en cuanto tales, y éstos últimos
no entran en la definición socrática. La segunda definición, según la cual “lo
hermoso es lo que produce placer por medio del oído y de la vista”, provenía de
los sofistas, y no fue aceptado por Platón. Su razonamiento fue: el placer no
puede ser un rasgo que defina la belleza, ya que existen placeres que no están relacionados con la belleza, es
decir, los que no atañen ni a los ojos ni a los oídos. La belleza no puede ser
determinada por la vista si existe también una belleza para los oídos, ni
tampoco para la audición si hay belleza para los ojos. Los sofistas afirmaban
que es bello lo que es común para los ojos y los oídos, más no añadían nada
sobre el elemento común capaz de unirlos. La definición de los sofistas
restringía el concepto griego de lo bello, limitándolo a la belleza de las
apariencias y de las formas. Platón conocía la definición y la rechazó, sin
renunciar en cambio a la antigua idea de los griegos, según la cual lo bello es
todo lo que suscita admiración. Lo bello no puede ser limitado a lo que es
bello para la vista y el oído: ello comprende también la sabiduría, la virtud,
los actos heroicos y las buenas leyes.
En conclusión podríamos decir que
Platón parece un hombre aislado en sus opiniones, apartándose sobre todo de sus
contemporáneos, los filósofos sofistas y su pensamiento relativista. Fue Platón
un metafísico-espiritualista mientras que los sofistas eran militantes de la
ilustración. Su idea trascendental de la belleza parece ajena a la época
clásica, que supo apreciar la belleza del mundo temporal. Por otra parte, la
cultura clásica griega era polifacética. En su arte y filosofía aparecieron
también elementos espiritualistas; juntos a la actitud estética se vislumbra la
moralista. La era clásica dio origen a la ideología de la ilustración, pero fue
tan sólo una de las ideologías de la época. Los sofistas representaban uno de
los polos filosóficos, Platón el polo opuesto.
En definitiva, algunos piensan que el arte es bello por lo que nos hace sentir, yo sin embargo soy de las que piensa que su belleza más bien procede por lo que nos hace pensar, y tú ¿qué opinas?.
Gracias por visitar el blog, muchas gracias con todo mi cariño, Leticia.
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