León Battista Alberti: El artista pensador
![]() |
Palacio Rucellai (1445-1451), Florencia. |
En el post – up de hoy viajamos en el tiempo hacía la enriquecedora época del Renacimiento italiano a través de uno de sus grandes arquitectos y artistas merecedores de ser llamado filósofo, L. B. Alberti (1404 - 1472).
León
Battista Alberti es una de las figuras más destacas del Renacimiento italiano.
Destacó en una asombrosa gama de disciplinas, y ya en su época gozó de
gran prestigio como escritor en latín e
italiano, como artista y arquitecto.
Con respecto a su formación hemos de
decir que, después de estudiar latín y griego en Padua, Alberti cursó derecho
en Bolonia, donde, convaleciente de una enfermedad, empezó a aficionarse a la
física y a las matemáticas; de esta forma, hacia sus 25 años, Alberti ya poseía
todas aquellas inquietudes y aquella preparación, tanto en artes y ciencia como
en letras y en técnica, que a la postre le llevarían al campo de la
arquitectura. Tan diversa combinación de conocimientos resultaba sumamente rara
entre los humanistas de entonces, la consiguiente variedad de sus obras
escritas y trabajos prácticos le convierten en un representante tan destacado
como atípico de la cultura del siglo XV. No satisfecho simplemente con los
conocimientos adquiridos en los libros, ni con reproducir ideas o modelos del
pasado, decidió, hasta donde le fuera posible, aprender asimismo de las
prácticas de la época, de los artesanos de todas las profesiones, lo mismo que
de los estudiosos, y en sus trabajos ampliar los límites del conocimiento,
llenando las lagunas existentes en las tradiciones literarias, así como
solucionar problemas mecánicos tales como rescatar una embarcación romana del
fondo del Lago de Nemi. Alberti, poseedor asimismo de una personalidad
profundamente moral, se sintió impulsado por una fuerza interior a dar
testimonio fehaciente de su existencia, a probar la validez de sus
conocimientos teóricos y prácticos; en definitiva, a mostrarse activo y, por
encima de todo, útil a sus semejantes.
Esta actitud ético-social de Alberti
se explica en buena medida por sus lecturas clásicas, en especial de Cicerón y
Séneca, pero sobre todo, por el ambiente familiar. Alberti procedía
de una destacada familia florentina, que había hecho fortuna en el comercio y
en la banca durante el siglo XIV, pero que debió exiliarse por rivalidades
políticas en 1387, durante cuarenta años. Los Alberti constituían un clan muy
numeroso, diseminado por toda Europa y Oriente Medio.
En
el campo de la arquitectura los elementos de su teoría bastan por sus evidentes
afinidades con su actividad arquitectónica, afortunadamente conservamos
ambas, tanto su mayor trabajo teórico como los distintos edificios diseñados y
ejecutados supervisados por él. En esta entrada no os voy a explicar sus obras arquitectónicas, más bien voy a explicar cómo y
por qué Alberti se vinculó a este campo. Siendo secretario papal en Roma y en
otras ciudades durante el Congreso de Eugenio IV con la Iglesia Bizantina
(1434-1441), en Ferrara y Florencia, Alberti no se había comprometido todavía
profesionalmente con el mundo de las artes. Llegó a ellas como forastero,
intelectual conocedor de muchos textos clásicos y especialmente de la Historia Natural de Plinio,
reconstruyendo a partir de ellos la estética del arte griego; y como artista
ameteur que practicaba la pintura y la escultura por entretenimiento, creyendo,
tal como aprendió de la tradición clásica, en el arte como pasatiempo para nobles
mentes. Su intervención en el dominio de las artes plásticas con el De pictura, se vio condicionado por esta
aproximación; puso en contacto la tradición clásica con el presente, elevó la
pintura al nivel de una actividad humanista y ensalzó el status del artista,
tanto en relación consigo mismo como para con la sociedad, de artesano que fue
se convierte en el observador erudito que recrea e interpreta la Naturaleza.
Hallaremos a Alberti rindiendo un similar servicio al arquitecto. Parecen ser
cuatro las influencias mayores que lo encaminaron definitivamente hacia la
arquitectura: por un lado, sus relaciones de amistad con Brunelleschi, por otro
lado, sus lecturas, especialmente de Vitruvio, en tercer lugar el estudio de
los restos de la arquitectura romana y, un cuarto factor, circunstancial, seria
la elevación al solio pontifico de Nicolás V.
Brunelleschi no fue, en el sentir de
Alberti, tan solo un genial constructor. Su estilo determinó el renacer de la
elegancia y de las proporciones clásicas, aun cuando sus proyectos revelaban,
de hecho, tradiciones románticas y góticas. Dos ejemplos bien conocidos serán
suficientes para ilustrar esto: el Ospedale degli Innocenti y la iglesia del
Santo Spirito. Pienso que no es posible dudar que el ejemplo histórico de
Brunelleschi despertara su interés por la construcción, a pesar de que el
estilo de Alberti se aleja más hacia un lenguaje clasicizante.
Ciertas referencias en el De pictura, evidencian que Alberti se
hallaba familiarizado con el De
architectura de Vitruvio ya en fechas anteriores a 1435. Este tardío
tratado clásico no fue desconocido en la Edad Media, mas en cierta manera es
posible decir que se “redescubrió” como texto de interés humanista, histórico y
práctico en el círculo de Poggio Bracciolini a finales de la década de 1420,
cuando el gusto por las antigüedades y un interés más vital por las ruinas y la
historia romana surgió en los círculos humanistas de los secretarios
pontificios. Fue este ambiente, quizás todavía más que el contacto y el ejemplo
florentino, el que despertó la pasión de Alberti por la arquitectura antigua,
pasión estimulada por la lectura de Vitruvio y el estudio de los monumentos de
la Roma antigua, de los cuales hizo un estudio topográfico con la ayuda de un
teodolito de su propia invención basado en el astrolabio. No obstante, la Descriptio urbis Romae a la que se hace
referencia fue escrita probablemente hacia 1450, y ciertamente después de que
Alberti hubo dejado Florencia para volver a Roma en 1443; donde permaneció, excepto
algunas salidas, hasta su muerte en 1472. De lo que se deduce que, si bien su
interés inicial por la arquitectura se remonta probablemente a 1429-30, no se
dedicó plenamente a ella hasta después de 1442, y lo hizo tanto en la teoría
como en la práctica dejando a un lado, casi por completo, las actividades
literarias que hasta entonces habían dominado su carrera.
Por último, comentaros que sus diez
libros, De re aedificatoria, fueron
escritos entre 1447-52; aunque faltan, en su mayor parte, pruebas documentales
externas, este primer tratado de Arquitectura Moderna evidentemente se basó en
la experiencia directa, así como en la observación y la lectura. Según Vasari,
Alberti aconsejó a Nicolás V en sus proyectos para la reconstrucción de parte
del Vaticano, para la reparación del acueducto de Acqua Vergine, y para el
diseño de la Fontana de Trevi y la loggia de Ponte Sant´Angelo. La evidencia
circunstancial y la correspondencia con aspectos de la teoría de Alberti darían
soporte a éstas y similares atribuiciones, y en particular a la proyectada
reconstrucción del Borgo Leonino descrito por Manetti, pero jamás ejecutado. El
proyecto ha sido elogiado por un historiador moderno como “uno de los primero
ejemplos de urbanismo en la Italia del siglo XV". Puede fecharse en torno
al 1450, el plano de base debió consistir en tres amplias calles, rectas y
paralelas, que desembocan en la Plaza de San Pedro, provista en cada costado de
arcadas, bajo viviendas de altura igual. Esta general sistematización con la
asignación de las distintas calles a los diversos comerciantes y artesanos, las
propuestas de un mausoleo para el Papa, y de un teatro en los jardines del
Vaticano, corresponde fielmente a las ideas que Alberti plasmó en el De re aedificatoria, libro IV, concerniente
a la planificación de la ciudad.
En fin, no nos sorprende, entonces, que la tabla de
Urbino hubiese sido atribuida a Alberti en el pasado, quienquiera que lo
hiciese (Piero della Francesa seria unas de las posibilidades), parecía haber
conocido la obra de Alberti.
Espero que os haya gustado, disfrutad del día, donde me encuentro fuera llueve, sin duda, un buen motivo para encender la chimenea, leer un gran libro y tomar un buen chocolate caliente... Muchas gracias por estar ahí un día más, os deseo un feliz mes de diciembre. Un fuerte abrazo, con todo mi cariño, Leticia.
¡Feliz semana!
"La paciencia es la fortaleza del débil y la impaciencia, la debilidad del fuerte".
INMANUEL KANT (1724 - 1804)
Comentarios
Publicar un comentario