Estética y belleza
"La belleza perece en la vida pero es inmortal en el arte" - Leornado Da Vinci - |
¡Qué feliz estoy escribiendo de nuevo en el blog! Quiénes me seguís, ya sabéis lo mucho que disfruto haciéndolo. En el mes de agosto, parece que todo se paraliza y de repente, todos tenemos ganas de descansar y desconectar, hacer lo que más nos gusta y disfrutar del tiempo libre, incluso quiénes están trabajando. Yo ¡cómo no! tenía que aprovechar para escribir, sin duda, no podía dejar de pasar este mes sin hacer una publicación.
Hoy comienzo con una reflexión: ¿Cuántas veces hemos escuchado la famosa frase "sobre gustos no hay nada escrito"? Lo cierto es que en realidad hay muchísimo escrito sobre el gusto, desde la Antigua Grecia, con pensadores como Platón, hasta escritores contemporáneos, como Umberto Eco, muchos son los filósofos y pensadores que han escrito y reflexionado sobre el gusto estético y la belleza. En concreto, Sócrates fue el primer pensador en cuestionarse si existe una definición objetiva y universal de lo bello, pero como bien sabemos, Sócrates no escribió nada, sería posteriormente su discípulo Plantón quién nos transmitiría a través de sus escritos y obras su propio pensamiento y el del de su maestro. Por tanto, durante toda la Historia de la Filosofía y, con ello de la Historia de la Estética, muchos son los pensadores que han intentado dar respuesta a preguntas, tales como: ¿qué es lo bello? ¿existe un gusto estético objetivo que defina lo bello en sí? ¿hay una noción objetiva y universal de belleza? ¿cada individuo de la humanidad en su conjunto puede percibir como bello un mismo ser, acción y/o sentimiento independientemente de su contexto cultural y creencias?¿existen seres, acciones y/o sentimientos propiamente bellas en sí? ¿lo estético se debe corresponder con lo bello?... Y así, un sin fin de cuestiones relativas a la belleza, al arte, al gusto y a las formas distintas de expresar los sentimientos e ideas, que la estética como rama de la filosofía se centra en estudiar y en dar una respuesta razonable.
La primera vez que aparece el término de estética es en el año 1735, dentro del contexto de retórica y poética, introducido de la mano de Baumgarten (1.714 - 1.762 Alemania). En un principio, Baumgarten usa el término estética en el campo de la poesía a fin de asentar las bases de las ciencias bellas, debido a que la belleza en s. XVIII se convirtió en un aspecto relevante de la época. De hecho, en la obra Tratado de Estética, es definida la estética como la "ciencia del conocimiento sensible", esto es, la ciencia que se centra en el estudio de las ideas y sentimientos procedente de los sentidos. Además de Baumgarten, a finales del siglo XVII y XVIII surgieron otros pensadores que reflexionaron sobre la estética como arte liberal, generándose así dos corrientes filosóficas diferentes: la inglesa y la francesa.
Así pues, la estética abarca todo el conocimiento que tiene que ver con la sensibilidad, a pesar de ser Baumgarten el creador de este concepto, su origen como comentaba al principio, ya apareció en los pensadores griegos. De hecho, la noción de experiencia estética ya está presente desde los pitagóricos, aunque sería Sócrates el primer pensador que lanza la pregunta sobre ¿qué es lo bello? y, posteriormente Platón quien plantea la contraposición entre los sensible (el conocimiento procedente de los sentidos) y lo inteligible (el conocimiento procedente de la razón). Por otro lado, Aristóteles hablaba de la posibilidad de que hubiese almas (personas) dotadas con sensibilidad, es decir, con gusto y, otras no.
De manera general, podemos apreciar dos tipos de estética diferente, por un lado, la estética práctica, que es una estética útil en el sentido de que genera o produce pensamientos bellos. Por otro lado, se encuentra la estética teórica, que es aquella estética encargada de mostrar cómo producirlos. De igual modo, existe una relación entre belleza y conocimiento, dando lugar a distintos planos de conocimiento, el de la belleza de pensamientos, que es distintas al de la belleza de los objetos y, el desorden, que el elemento fundamental en el sentido de que es el que proporciona belleza.
Igualmente, podemos decir que existen dos percepciones diferentes sobre la belleza, una objetiva y, otra subjetiva, donde la belleza objetiva se encuentra en la realidad exterior (fuera de nosotros, independiente del sujeto que la aprecia) , por el contrario, la belleza subjetiva se encontraría dentro del sujeto que la percibe. Aquellos pensadores que consideran la belleza como algo subjetivo es donde interviene el gusto, algo nos puede gustar o no y, ese gusto puede o no coincidir con el de otros.
En la Antigüedad, la mitología y la literatura son de gran importancia dentro del pensamiento griego, reapareciendo posteriormente en otras artes como el teatro, la poesía, el cine... En el desarrollo del pensamiento griego, adquieren gran relevancia la epopeya de Homero y Hesíodo, donde ya podemos apreciar tácitamente una estética, en el sentido de que ambos reflejan un gusto, una manera de entender el mundo.
Posteriormente, con los presocráticos aparece por primera vez el término belleza, en Homero y Hesíodo la belleza aparecía en relación con lo fuerte pero también con lo sensible, pero con Píndaro (presocrático) se establece una fusión entre bondad y belleza. En concreto, con los presocráticos podemos distinguir entre cosmología, psicología y antropología, donde el concepto fundamental es la armonía que nace de la contemplación de la vida vegetal, animal y del cosmos, intenta establecerse una conexión entre ambas y también con la vida humana. La armonía está relacionada con el elemento del ritmo, encontramos el concepto fundamentalmente en la escuela de Pitágoras, donde la armonía se entiende como simetría, concordancia, número... como se aprecia, los pitagóricos tienen un concepto numerológico de la armonía.
En el pensamiento de Platón encontramos por primera vez elementos estéticos, aunque él no les concediese un valor autónomo. El Hipias Mayor es el tratado sobre la belleza más antiguo, donde se plantea la búsqueda del concepto de lo bello que se puede aplicar a cualquier objeto real. Se habla de lo bello como lo útil, lo placentero... pero sin llegar a definir lo bello en sí, aunque si queda reflejada la necesidad de la unión entre bondad y belleza. En Grecia existía la convicción de que debe existir una belleza por la que todas las cosas son bellas, por ello no se habla de lo bello, sino más bien de las cosas bellas. Platón también trata el tema de la belleza en su obra el Fedro, que viene a ser la antítesis del Hipias Mayor. En el Hipias Mayor, el pensador griego va descartando la definición de belleza, se centra más bien una belleza negativa, sin embargo, en el Fedro, la estética es afirmativa, puesto que se afirman dos elementos propiamente constructivos: el delirio y el afán apasionado. En este diálogo el alma está prisionera en el cuerpo y ante la contemplación de la belleza lo que siente es el deseo de regresar a una patria anterior, por tanto, se dan dos contemplaciones de la belleza, la recuerdan o no la recuerdan pero sienten arrebato. El alma al encontrarse con la belleza quiere volver a la belleza primigenia contemplada en otra vida anterior. Por último, en su obra el Banquete, el pensador griego sintetiza los dos diálogos anteriores, donde propone una fusión del amor y de la belleza, donde el amor es el deseo de lo bello, de la eternidad, en cuanto procreación física y espiritual, es decir, la belleza es lo que el amor busca y posee, donde la manifestación superior es la belleza del alma. En el Banquete, se puede apreciar una clara alianza entre el bien y belleza y, también una fusión entre lo verdadero y la belleza. Por tanto, Platón distingue entre tres niveles de belleza diferentes, por un lado, los cuerpos, donde se encuentra la belleza interior, lo sensible, por otro lado, las almas, donde la belleza se manifiesta en la virtud, lo que sería el sentimiento moral y, por último, la belleza en sí, que es la que poseen los sabios. Para el pensador griego, el camino hacia la inmortalidad es el camino de la belleza, donde la belleza es el reflejo de la armonía y la proporción e independiente de lo sensible, donde el mundo real es una copia de lo sensible.
Por otro lado, Aristóteles distingue entre una filosofía de lo bello y una filosofía del arte, donde la belleza tiene que ver con el conocimiento teórico y el arte con un conocimiento fundamentalmente práctico. Aunque en el pensador griego no se aprecia una identificación clara entre lo ético y lo estético, Aristóteles señala dos categorías de bien: la acción y lo bello. Este bien que es identificado con lo bello sería definido como orden, mesura, finitud... según Aristóteles, todos los hombre por naturaleza tiene apetito de saber, centrándose fundamentalmente en la estética visual, puesto que mediante la vista podemos ampliar nuestro conocimiento y apreciar muchas diferencias. El arte surge cuando de muchas nociones de la experiencia emitimos un único juicio universal sobre las cosas semejantes. Para Aristóteles, lo bello y lo bueno son diversos, lo bello se encuentra en las cosas móviles e inmóviles, reivindicando así la relación de la matemática con lo bello, puesto que la matemática según el pensador griego, forma parte de lo bueno y lo bello, puesto que las principales formas de la belleza son el orden, la simetría y la claridad, es decir, las matemáticas. Estas formas son causa de muchas cosas y deben tratar ese principio causativo al hablar de lo bello como causa.
Asimismo, para Plotino (204 d.C. - 269 d. C.) lo bello es la apariencia más visible de las ideas, en lo bello se manifiesta el mundo suprasensible de forma sensible. Para el citado pensador la belleza que conocemos es la sensible (colores, formas, etc...), que es el reflejo de otra belleza más perfecta. Distingue entre un mundo imperfecto (material, sensible) y un mundo perfecto espiritual suprasensible independientemente de los sentidos al que sólo podemos acceder mediante el pensamiento. De aquí se deriva la existencia de dos tipos de belleza, la suprasensible (razón) y, la sensorial (sentidos). Para Plotino, la armonía no tiene porqué ser bella, puesto que el mal puede armónico pero no puede ser bello, por ello, considera que la belleza se encuentra en los objetos completos (rostro), en la virtud, en el conocimiento, en las instituciones sociales... En definitiva, para el citado pensador, "sólo un alma que ha llegado a ser bella, puede ver la belleza" y, además, reconocerla a primera vista.
En la Edad Media, muchos son los pensadores que han escrito y reflexionado sobre la belleza, entre ellos destacar a San Agustín de Hipona; Boecio; Casiodoro; Isidoro de Sevilla; Abad Suger de Saint Denis (pensador que dio gran importancia a la Luz, transportando lo material a lo material a través de la belleza y el ordenamiento); la Escula de Chartres (que considera a Dios como el arquitecto y artista del mundo); Alberto Magno (quien le da gran importancia al color y la luminosidad, define la belleza como "el resplandor de la forma esencia o activa sobre las partes proporcionadas de la materia", distingue entre belleza corporal - armonía de las partes - y, belleza espiritual - armonía de las fuerzas); Ulrico de Strasburgo (la belleza es predecible como hermosura, como conveniencia en sí misma); Tomás de Aquino (para quien los sentidos más cognoscitivos son la vista y el oído, que sirven a la belleza, el bien satisface el deseo y, la belleza se contempla por sí misma); Dante Alligleri...
En el siglo XVII comienza a apreciarse la estética como una ciencia autónoma de la mano de pensadores como Montesquieu (defiende una idea de belleza subjetiva puesto que depende de los sentimientos y emociones que despierta en el espectador que la observa); Shaftesbury (donde el centro de su estética es el concepto de armonía, considera es gusto como lo que nos salva de la inseguridad de las opiniones masivas y generalizadas, tiene un valor real y se adquiere); Hutcheson (distingue entre belleza original, pura, absoluta - la que sirve de modelo - y, belleza comparativa, relativa - la que mita un modelo); Addison (para este pensador lo más importante es la imaginación como fuente de la actividad creadora); David Hume (para Hume placer y dolor constituyen la esencia de la belleza y la deformidad y, al hablar de gusto habla del Crítico, del Juez que es quien decide sobre lo bello); Burke (lo sublime es lo contrario de lo bello, es todo aquello que despierta en nosotros la idea de dolor y peligro); Dubos; J.P. Crousaz (se centra en la construcción de una estética del gusto, también habla de una belleza que tiene que ver con las ideas y con los sentimientos y, una belleza real, una imaginaría); Yves Marie André (afirma la existencia de la belleza natural y esencial, independientemente del juicio que tengan las personas, nosotros juzgamos en la belleza artificial y arbitraria); Forem; Kant (para el pensador alemán lo bello es lo único desinteresado y libre y, el gusto es la capacidad de enjuiciamiento, bello es lo que sin conceptos place universalmente; Johann Georg Sulzer (el arte es un instrumento del bien, la belleza debe conducir a la virtud, defiende una formación ética y política del ciudadano por medio de las artes); Schiller (mantiene que hay que emprender el camino a través de lo estético para resolver prácticamente lo político porque es a través de la belleza como se llega a la libertad, relaciona la estética con lo político).
Por último destacar el planteamiento de M. Scheler (s. XIX) , puesto que este pensador realiza un estudio sobre la belleza, estableciendo que la belleza es apreciada mediante la emoción, a través de un "percibir sentimental", este modo de percepción se diferencia de los sentidos y de la inteligencia, la belleza es independiente a ambos, puesto que existen personas incapaces de percibir la belleza.
Para quienes estéis interesados en el concepto de belleza, os invito a leer el siguiente artículo:
Historia de seis ideas -Wladislaw Tatarkiewicz La belleza: historia del concepto.
Espero que os haya gustado la entreda de hoy, a pesar de resultar un poco extensa, creo que es interesante todo lo que en ella comento. Espero que hayáis disfrutado del verano. Os deseo un gran comienzo de curso, ya sea académico o laboral, tras unas merecidas vacaciones.
Muchas gracias una vez más por vuestra visita.
Muchas gracias una vez más por vuestra visita.
Con todo mi cariño, Leticia.
Fuente imagen: https://www.mindmeister.com/fr/973208686/historia-de-seis-ideas-wladislaw-tatarkiewicz-la-belleza-historia-del-concepto
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