Destino


Oporto - Verano 2018. Persiguiendo mis sueños, ellos saben el camino.


"Lo que el cielo tiene ordenado que suceda, no  hay diligencia ni sabiduría humana que lo pueda prevenir."

- Miguel de Cervantes - 



             ¿Qué es el destino? ¿Está previamente escrito lo que va a suceder en nuestra vida? Hoy me gustaría invitaros a reflexionar sobre estas cuestiones que desde antaño hasta la actualidad grandes filósofos se han venido planteando.  

            Pero antes de entrar en el fondo del asunto como se suele decir en el mundo jurídico, os pido mis más sinceras disculpas por la tardanza en publicar una nueva entrada, por fin, he tenido un poco de tiempo para hacer una de las cosas que más me apasiona: escribir en el blog, compartir con vosotros mis pequeñas inquietudes filosóficas. 

              Dicho lo anterior, retomemos las preguntas que os he planteado al principio: ¿Qué es el destino? ¿Existe el destino? Indudablemente estoy segura de que a todos  - o a casi todos - en la vida nos ha pasado que por mucho que pongamos empeño en elegir un camino o tomar una decisión, en hacer una u otra cosa, al final, en el último momento surge un acontecimiento que normalmente llamamos "imprevisto" que da un giro a lo que previamente habíamos planificado y decidido, sin más, surge una fuerza externa que nos empuja a una serie de circunstancias imprevistas que no podemos evitar.

             De hecho, incluso a veces, no hay posibilidad alguna de elección sino que el cambio acontece en nuestra vida de manera inesperada, siendo la única opción dejarnos llevar por las circunstancias bajo la seguridad de que cuando las cosas no salen bien, mejorarán, pues quiénes creemos en el destino, defendemos la idea que nada ocurre por azar y que todo está determinado. Esa determinación viene dada por el hecho de que aunque decidamos retroceder atrás, es absurdo, aunque por temor, comodidad y seguridad queramos seguir en el camino en el que estábamos o elegir otro distinto, es francamente inviable, por ello, la única opción que nos queda es la de aceptar el cambio tal y como viene, armarnos de valía y fortaleza para afrontarlo de la mejor manera posible, adaptándonos a las nuevas circunstancias con templanza y sabiduría.

               Sin embargo, otras veces el destino nos sorprende poniendo en nuestro camino nuevos acontecimientos,  oportunidades y personas maravillosas en el momento que más lo necesitamos, esas personas vienen sin más a nuestra vida, abriendo puertas y poniendo luz en la oscuridad. En este sentido debemos preguntarnos: ¿Ha sido cosa del destino o de la casualidad? ¿Ha sido pura casualidad encontrarnos con esa persona o estaba predestinado que así fuera? Personalmente, he de confesaros, como ya os he anticipado, que la vida me ha hecho creer en el destino en todos los ámbitos, pues me ha mostrado que es cierto que somos dueños de nuestros actos, pero más cierto es aún que el destino nos empuja a elegirlos. 

                De contrario, la casualidad o el azar, son hechos que suceden de manera puntual, fortuita, impredecible... pero que a diferencia del destino, no aportan esa magia y luz que le es propia. Esto es, el destino como fuerza superior que está por encima de nosotros, viene sorpresivamente y nos empuja a tomar el camino correcto, con la ayuda de personas que se cruzan en nuestra vida, apaciguando la tormenta, abriendo puertas que creíamos cerradas, dando solución a los problemas que ese momento nos atormentaban o tal vez, cumpliendo sueños y deseos que siempre habíamos tenido, de tal modo que nos hace llegar a la conclusión de que no ha sido casualidad, ni tampoco cosa del azar. Es en ese momento, cuando la única opción es dejarnos llevar por las circunstancias, dejar que todo fluya, que todo suceda como está previsto y, estar receptivos a ello, levantándonos todos los días, respondiendo, siguiendo en activo, en movimiento, pero bajo la certeza de que lo que está sucediendo, sucede como ha de ser, simplemente porque hay factores externos que así lo demuestran, factores que vienen a modo de "señales" - como si de magia se tratase - que hace que todo encaje a la perfección.

             Igualmente, resulta curioso el hecho de que mientras nos dejamos llevar y nos mostramos receptivos aceptando lo que la vida nos presenta, sabemos con certeza que lo sucedido es lo correcto y que es para mejor, simplemente por el hecho de que nos aporta paz, tranquilidad - y en el mejor de los casos - felicidad. Lo acontecido viene apaciguando la inquietud y preocupación que llevábamos arrastrando tanto tiempo, con la convicción de que va a ser lo que tenga que ser y, lo que ha de suceder, sucederá y lo que no, sin más, no se dará. 

          En la Historia de la Filosofía la idea del destino siempre ha venido ligada a la existencia de Dios, pues defender que existe el destino lleva implícito la creencia de que existe un ser omnipotente (capaz de hacerlo todo), omnisciente (capaz de saberlo todo) e infinitamente bondadoso. El problema de la existencia de Dios ha sido una cuestión fundamental a resolver por los grandes pensadores y científicos de la historia, pues en él versa la solución a la mayoría de las  cuestiones filosóficas sobre la vida humana y del Cosmos. Desde los pensadores presocráticos, que por medio de la mitología designaban un Dios para cada acontecimiento natural a efectos de dar una explicación razonable, hasta la actualidad, donde son cada vez más las religiones que se dan a consecuencia de las distintas creencias que pueden surtir en defensa acerca de un modelo determinado de Dios o de dioses o, simplemente en defensa de su no-existencia, lo que serían las religiones no-teístas. Como dato curioso, según Kennet Shouler, filósofo y autor del libro The Everything World´s Religions Book, actualmente existen nada más ni nada menos 4.200 religiones en todo el mundo.

           Así pues, en la Historia de la Filosofía podemos apreciar varias teorías que tienen la finalidad de demostrar la existencia de Dios. Por un lado, a modo de ejemplo, se encuentra la teoría finalista que viene a defender que el mundo actúa conforme a una finalidad dada previamente por un ser superior creador del mundo al que llamamos Dios. Por otro lado, podemos destacar la teoría del ajuste fino, que determina que la existencia de Dios se demuestra con la propia evolución y supervivencia del ser humano, esto es, el ser humano evoluciona y consigue sobrevivir gracias a Dios. Igualmente, la teoría de la causa primera defiende que todo es causa de algo previo, demostrando la existencia de Dios a través de la causa primera del cosmos, donde indudablemente el primer motor que todo lo mueve es Dios. Por último, también he de hacer mención a la teoría ontológica, que demuestra la existencia de Dios a través de la idea de perfección, donde el ser más perfecto es Dios al tratarse del Ser Supremo. Las anteriores teorías, son solamente algunas de las muchas que podemos encontrar en la Historia de la Filosofía acerca de la existencia de Dios. A pesar de ello, debéis tener en cuenta que indudablemente la idea de destino va ligada a la fe en Dios y a la creencia innata de que sea lo que fuere, todo va a ir bien o por lo menos, va a suceder como debe suceder. 

        Por ende, resulta claro que lo que en la presente entrada intento transmitir es una idea de destino particular, lo que tal vez sería una vivencia propia y experimentada, por ello no entro a debatir otros temas de relevancia filosófica como los que pudieran ser el problema del mal, la defensa del libre albedrío, los milagros, el no-realismo, la fe, el ateísmo, la muerte, la inmortalidad... entre otros muchos. 

            En definitiva, nunca sabemos lo que la vida nos puede deparar, por ello debemos levantarnos todos los días, luchar, trabajar, esforzarnos, ser buenas personas con nosotros mismos y con los demás, todo ello con la certeza e ilusión de que nuestros sueños se van a hacer realidad. Debéis confiar en que la vida os va a recompensar y ofrecer todo lo que un día le pedisteis, porque las casualidades no existen y, el destino, a pesar de ser algo inexplicable es un hecho real del que no podemos escapar. Nunca perdáis la ilusión de conseguir aquello que os hace felices, sea lo que fuere, bien sea un amor, un trabajo, una carrera, un viaje... en fin, si lo deseáis y soñáis es porque vuestra capacidad para conseguirlo es real y por consiguiente, posible. 

     

Espero haber conseguido el objetivo de la entrada de hoy: invitaros a reflexionar acerca del destino y de la existencia de Dios, aprovechando que estamos en fechas que nos incitan a ello. También espero que os haya gustado, a pesar de haber dado una perspectiva subjetiva del tema con alguna que otra connotación filosófica, el hecho de que podáis estar o no de acuerdo con la misma, creo que es lo que la hace una cuestión interesante y bonita de debatir. 

Con todo mi cariño y amor, Leticia. 


"Tendremos el destino que nos hayamos merecido."

- Albert Einstein - 

Comentarios

  1. Hola no nos conocemos, pero el otro día encontré tu blog a raíz de buscar tu nombre por un conocido común y me puse a leerlo y me gustaron los temas que tocas. Respecto a este del destino, coincido contigo en mucho de lo que expones pues está claro que hay algo (Dios, universo, etc.) llamémosle así, por encima que mueve los hilos. Pero hay un punto en el cual se podría ver desde diferentes maneras y es el de la casualidad, para mí la casualidad no existe, existe la causalidad. No hay nada casual, todo ocurre porque tenía que ocurrir, si o si, y es otra forma de ver el destino, se puede ver desde un punto de vista filosófico, religioso pero también se puede abordar desde un punto de vista más espiritual enfocado en las diferentes corrientes de pensamiento y de acción espirituales que pueden o no coincidir con las anteriores filosóficas o religiosas y eso nos abre a un concepto mucho más grande y nos puede dar explicación a situaciones mágicas como dices de señales o sucesos que hace que todo encaje con esa perfección divina.
    Bueno me gusta mucho la forma en la que expones. Sigue así. Un saludo. Ya nos conoceremos.

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    1. Muchas gracias por tu comentario Juanfra, estoy totalmente de acuerdo contigo, a veces suceden cosas que son la causa (el camino, metafóricamente hablando) que nos llevan a nuestro destino. Yo también espero conocerte pronto. Un saludo cordial, Leticia

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