El valor del Arte



Mirando un cuadro - Jordi Labanda


"Todo el mundo conoce obras de arte. En las plazas públicas, en las iglesias y en las casas pueden verse obras arquitectónicas, esculturas y pinturas. En las colecciones y exposiciones se exhiben obras de arte de las épocas y pueblos más diversos”. 

- M. Heidegger - 

       
        En la entrada de hoy me gustaría invitaros a reflexionar sobre el verdadero valor de las personas y de las cosas, en concreto del arte. Dicen que las cosas que realmente tienen valor en la vida no se pueden comprar con dinero.  Lo cierto, es que podemos afirmar que el valor de las personas y de las cosas varía según sea lo bueno o lo malo que nos aporte, esto es, un ser vivo – ya sea persona, animal… - o cosa, que nos aporte cosas positivas, bien sea en la esfera personal o profesional, o ambas, tendrá mayor valor para nosotros que aquello que no nos aporte nada o, más bien, los que nos aporte sea sentimientos y sensaciones negativos, en cuyo caso carecerá de valor alguno.


      Así pues, una persona cuya compañía nos aporte felicidad, paz, tranquilidad, seguridad, que nos haga  incluso ser mejores personas, tener una vida más sencilla y feliz, será una persona de un valor inestimable para nosotros o, por lo menos, así lo debería ser. De igual forma, una persona que lo único que nos aporte sea sufrimiento, dolor, nos consuma psicológicamente y, cuya compañía nos reste, será una persona que además de no aportarnos nada bueno, nos resta en todos los aspectos, haciendo de nuestra vida, una vida complicada, angustiada y, en la mayoría de los casos, triste, por lo que por mucho dinero que pueda suponer su relación – ya sea personal o profesional – o por muy bella que sea su apariencia física, la tranquilidad y paz que sentimos cuando la sacamos de nuestra vida, no tendrá precio.

    Sin embargo, en el caso del arte ¿cuál es su verdadero valor? Podemos afirmar, que una obra de arte tiene un valor superior a otra no únicamente por la combinación de colores y de las técnicas de pintura empleadas con ingenio e imaginación por el artista sino también por aquello que nos haga sentir. Es decir, una obra de arte que nos despierte y transmita unas serie de emociones, será una obra de arte bella desde un punto de vista estético, indistintamente de que las emociones que despierte al espectador sean positivas o negativas, ya sea felicidad, paz, tranquilidad, tristeza, amor, dolor, sufrimiento, angustia… el hecho de despertar y transmitir unas emociones es lo que hace que la obra en sí sea bella y por ello adquiera un mayor valor, valor que en la mayoría de los casos se traduce en el precio de su venta y, en otros, por el simple de hecho de no ser susceptible de ser vendida, digna de ser exhibida en un gran museo de ciudades como París, Roma, Nueva York, Madrid, etc.

       Arte, bellas artes, estética y belleza, verdad, lógica… son conceptos que en la mayoría de las corrientes filosóficas los grandes pensadores han intercambiado, entremezclado y enlazando unos con otros en sus teorías a fin de dar respuesta a problemas filosóficos, así como una concepción razonable y universal sobre los mismos. En concreto, Heidegger, un gran pensador alemán, en su escrito El origen de la obra de Arte se pregunta ¿qué es el arte? Según Heidegger la esencia del arte sería ese ponerse a la obra de arte la verdad de su ser, que en todo caso, no sería una verdad ontológica, ni tampoco lógica, sino más bien estética.

      Para Heidegger el arte tiene la función de darnos la posibilidad de ir al comienzo y de iniciar otra historia, es decir, para el pensador es necesario dar un salto al origen desde el arte porque a través del  razonamiento y la lógica, no es suficiente. El origen de la obra de arte es la obra de arte en el origen. La obra de arte crea un origen, es una meta-historia en Heidegger. Lo importante para este pensador es la obra de arte hacía el origen. Por ejemplo, para Heidegger interesan poco los zapatos de Van Gogh en su obra “Los zapatos viejos”, según Heidegger estos zapatos nos muestran el mundo de los campesinos, sus afanes, los campos, las horas gastadas, el trabajo duro en el campo de sol a sol… pero no representan un par de zapatos, sino que la obra en sí crea un par de zapatos que nos hablan de un contexto determinado y nos transmiten unas determinadas emociones y sensaciones, por eso es arte. La obra de Van Gogh como nuevo ente (ser) que crea no representa el mundo real sino que nos abre un mundo, el mundo de los campesinos. 

          Así pues, el arte nos lleva al origen histórico, hace surgir la verdad. El arte hace saltar como conservación fundadora de la verdad del ente (ser) en la propia obra de arte, hace saltar algo, poniéndolo en el ser, en el salto fundador desde la proveniencia esencial, esto es lo que quiere decir Heidegger cuando habla del origen de la obra de arte. El origen histórico hace referencia a la Historia con mayúsculas, a la meta-historia de Heidegger. El mito es la palabra creadora porque crea aquello de lo que habla a través del mito. El origen de la historia es el mito, donde el comienzo es la historia (con minúscula) y, el inicio es la Historia (con mayúscula), pero tanto el comienzo y el inicio aparecen en el mito, donde en el comienzo, esto es, en la historia (con minúscula) lo que cuenta es el tiempo. Para el pensador alemán, es a través de arte la única forma por la que podemos acceder al origen verdadero y a la existencia histórica de un pueblo, de una determinada sociedad. 

            Personalmente, estoy de acuerdo con Heidegger, en cierto modo, el arte – ya sea arquitectura, escultura, pintura, música, danza, poesía/literatura o cine – nos  revela la verdadera esencia y origen de una cultura en un determinado contexto social. En concreto, en el caso de la pintura, aquella obra de arte que además de plasmar una determinada realidad/pensamiento social concreto, sea capaz de transmitir y despertar unas emociones puras y propias, es realmente una obra de arte digna de valorar y apreciar. 


            Frente a Heidegger, se encuentra el pensamiento de Ortega y Gasset, donde en su obra Papeles sobre Velázquez afirma que el arte ha dejado de ser una producción de belleza para exigirse una producción de verdad, dándose un giro de la belleza a la verdad como conceptos totalmente diferentes e incluso opuestos. Para Ortega la esencia del arte ya no es la belleza, sino la verdad. En este contexto, Adorno también plantea algo similar al considerar que la belleza significa el embellecimiento de un mundo que es injusto. En concreto, con Ortega nos encontramos con la relación del arte con la verdad y con el individuo, donde en esta relación también está la existencia, así en su obra señala que:

    “No creo que hasta el siglo XIX haya hablado ningún otro pintor con parejo rigor se haya mantenido fiel a lo que él consideraba la verdadera misión de la pintura salvar la realidad que nos rodea, eternizar lo efímero.” (Papeles sobre Velázquez, VIII, 627)


      Para Ortega, el arte salva la circunstancia. A través del concepto de la circunstancia plantea el tema de la salvación de la circunstancia a través del arte. El salvar la circunstancia no es esa circunstancia idealizada puesto que el objeto es el arte, la tesis de Ortega es que no se aprecia la pintura, sino que se ve lo pintado, es un tipo de pintura en el que nos recuerda el hecho histórico que representa, no fijándonos en la pintura sino en lo pintado, es una pintura de símbolos, de caracteres… por ejemplo, para Ortega, el hecho de que Velázquez pintase seres vulgares, no significa que su pintura sea vulgar, todo lo contrario.

    En definitiva  tanto Heidegger como Ortega a pesar de criticar el romanticismo, en el fondo estaban siendo románticos. Eternizar lo efímero es lo que realmente esta haciendo el pintor de la vida moderna. Frente a estos valores tradicionales, aparecen otros, pero que también siguen siendo románticos porque derivan de los románticos tradicionales. Lo importante no es lo qué se pinta sino el cómo se pinta, según Ortega, así pues, Velázquez lo que pinta nos hace fijarnos en cómo pinta no en qué pinta. En definitiva, el caso de Ortega, podemos hablar de arte, verdad, existencia y de lo efímero y, enn el caso de Heidegger,  podemos hablar de arte, verdad y ser.


Por último, a modo de curiosidad, para quienes disfrutáis del arte, os dejo el enlace de una página web donde se subastan durante siete días (creo que es así) obras de arte sin la intervención de intermediarios, es un claro ejemplo de la variedad del valor y la valoración de arte como el resultado de aquello que le pueda trasmitir la propia obra de arte al espectador (comprador), además, de entre otros, del valor de las propias técnicas de pintura empleadas por el artista, por supuesto.  La web, es la siguiente: https://www.aucart.com


       Espero que os haya gustado la entrada de hoy, entiendo perfectamente que en cierto modo os haya parecido un poco difícil su lectura, Heidegger es un pensador complejo de por sí, aún así he intentado ser clara, os pido disculpas si al final no le he conseguido.



Muchas gracias, estoy enormemente agradecida, ¡ya son más de 163K visitas las que tiene el blog! y, todo gracias a vosotr@s =)

Con todo mi cariño y amor, Leticia.





"¿Qué es el arte? Si lo supiera, tendría buen cuidado de no revelarlo. Yo no busco, encuentro". 

- Pablo R. Picasso -


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