Verdad y tolerancia

El beso - Klimt 


"No basta decir solamente la verdad, mas conviene mostrar la causa de la falsedad".

- Aristóteles -


       ¡Hola! ¿Cuánto tiempo verdad? Siento muchísimo la tardanza en publicar una nueva entrada, por fin hoy he podido sentarme tranquila acompañada de una taza de café recién hecho y hacer una de las cosas que más amo, escribir, escribir para vosotros desde mi rincón favorito: este blog.

Hoy quiero reflexionar sobre un tema que desde hace unas semanas me viene rondando en la cabeza, no es otro, que el de la verdad y la tolerancia hacía misma. Ya en la Antigua Grecia, con Sócrates y la búsqueda de la verdad universal a través de las preguntas, el concepto de verdad, junto con los conceptos “bien”, “belleza”, “moral” – y muchos otros – es considerado desde entonces hasta la actualidad un concepto filosófico por excelencia.  Por ejemplo, un pionero defensor de la verdad es Aristóteles, para él lo verdadero no es lo que son las cosas, sino aquello en lo que las personas estamos de acuerdo, así el pensador en su libro Metafísica señala que “[…] La verdad es aquello de lo que todos están convencidos”, en resumen, para Aristóteles la verdad está en el mundo que nos rodea y será aquello cuyo criterio sea compartido por todos. 

En síntesis, a lo largo de la Historia de la Filosofía, existen una serie de problemas del conocimiento típicos siempre presentes – aunque  la forma de presentarse y la importancia que se les dé sea diferente – entre los que se encuentra el problema de la verdad, donde se trata de responder a la pregunta de qué es lo que hace que un conocimiento sea verdadero o sea falso, frecuentemente los pensadores apelan a la evidencia, puesto que algunas cosas son evidentes sin más. La cuestión principal es en qué consiste el conocimiento verdadero, pero ya os anticipo que no es la única pregunta, ya que también muchos filósofos tratan los diferentes criterios de verdad, las condiciones de verdad y los tipos de verdad. Por tanto, nos encontramos ante el hecho de que el conocimiento es nuestra adaptación de los conceptos a la razón, donde el criterio de verdad lo dan las cosas, donde la verdad es tratada como adecuación de la mente al mundo. Así pues, muchos son los filósofos que profundizan en el concepto de verdad y en su búsqueda, destacar por ejemplo a Russell, que se basa en la física como la ciencia que nos lleva a la verdad, para el pensador de 1.714 la biología no es suficientemente dura como la física, de ahí su crítica del evolucionismo como concepción filosófica del universo y de ahí su inclinación hacia la física como ciencia que nos lleva a la verdad.

Igualmente, desde el punto de vista de la ética y la moral el concepto de verdad adquiere un papel relevante, donde la verdad está estrechamente vinculada con el bien y la moral, una persona que no miente es considerada una persona con fuertes principios éticos y valores, como el de honestidad y lealtad, por el contrario, una persona que miente es una persona que difícilmente va a ser respetada en su entorno social.

Asimismo, desde una concepción jurídica la verdad adquiere un gran valor, ya que es la finalidad de cualquier procedimiento judicial, el Juzgador a través de la búsqueda de la verdad en un determinado supuesto de hecho enjuiciado tiene el deber de implantar justicia, esto es, según sea alcanzada o averiguada la verdad, dictará una sentencia más o menos justa. Por ello, en muchos casos, resulta fundamental en el procedimiento judicial, el hecho de que el Juzgador en sala escuche la voz de los testimonios, así como de las propias partes, a efectos de conocer la certeza y los motivos de los hechos enjuiciados.

A pesar de la gran defensa a la verdad y de su búsqueda que se plantea desde las diferentes perspectivas filosófica, moral y jurídica, os pregunto: ¿debemos ser extremadamente estrictos con esa defensa y autonomía de la verdad o en cierto modo, se puede permitir y tolerar su ausencia según las circunstancias y el contexto? Claro es, que en determinadas situaciones existen hechos o circunstancias que obligan a una persona mentir, ¿tales hechos y circunstancias deben tenerse en cuenta antes de la toma de decisión, bien sea por parte del Juez previo dictamen de sentencia, bien moralmente por parte de una persona con principios éticos a la que le mienten? La comprensión de la mentira o la tolerancia de la ausencia de la verdad, a veces, puede tener mayor peso y fundamento que la propia verdad y, eso es un parámetro que indiscutiblemente a la hora de tomar una decisión sabia y justa debe tenerse en cuenta. Pero para ello, es fundamental que quien miente justifique el motivo por el que lo hizo y fundamente su pretensión a efectos de que en cierto grado la persona que tiene que tomar una decisión se le permita ser más o menos tolerante a través de una mayor comprensión de las circunstancias que le llevaron a obrar de esa determinada manera y no de otra. 

Así pues, ¿el fin realmente justifica los medios? Evidentemente, si el medio ha sido mentir para alcanzar una finalidad moral y justa mayor, debe tenerse en cuenta y debemos ser tolerantes ante tales hechos. Para ello, es fundamental que se conozca la finalidad por la que se ha mentido, si el actor que miente oculta la misma, difícilmente se podrá tomar una decisión justa y sabia, en la que se incluya una cierta tolerancia hacía su conducta y modo de obrar. Pensemos por ejemplo en el político que miente a los ciudadanos para evitar un atentado terrorista, o en quien comete un delito para evitar un mayor mal en su familia o en su entorno social o, simplemente en quien miente porque teme ser prejuzgado por su contexto social, como la mujer maltratada o quien oculta su ideología política o religiosa, entro otros muchos ejemplos que se podrían citar. 

De igual modo, no olvidemos que los límites del Derecho son el orden público, la moral y la Ley, esto es, el límite de nuestra conducta será fundamentalmente el RESPETO a los demás, nuestros derechos terminan cuando comienzan los del otro, pero si bien es cierto, que a veces, cabe cierta tolerancia en aquellas conductas que infringen la moral, la Ley y el orden público, siempre y cuando se justifique por un bien mayor la misma, de lo contrario, no cabrá tolerancia alguna hacía el hecho de mentir o la comisión de la conducta delictiva. De ahí la aplicación de atenuantes en el procedimiento penal y, la exoneración de la pena o condena en algunos supuestos jurídicos, parámetros de flexibilidad que le permiten al Juzgador adaptar la norma jurídica al supuesto de hecho enjuiciado y a su vez dictar una sentencia justa según las circunstancias concretas del caso. De ahí, igualmente, el sabio perdón de la persona con ciertos valores y principios éticos hacía aquel que le miente.

 En definitiva, la verdad y su búsqueda es un problema filosófico que desde siempre ha estado, está y estará latente en la Historia de la Filosofía, por ende, la tolerancia hacía la misma va a depender del contexto social en el que nos encontremos y de los parámetros éticos y jurídicos que la permitan y justifiquen, bien, desde una perspectiva subjetivista de la persona que debe perdonar o bien, desde una perspectiva objetivista de la persona que debe tomar una decisión con cierta relevancia como puede ser la del Juzgador.

Espero que os haya gustado la entrada de hoy y que os haya invitado a reflexionar, es sin duda, un tema bonito de debatir. 



Con todo mi cariño y amor, Leticia.





"Hay que tener el valor de decir la verdad, sobre todo cuando se habla de la verdad".

- Platón -



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