Reflexión: el poder de decisión


Edvard Munch - Melancolía (1894)


“Algunas veces hay que decidirse entre una cosa a la que se está acostumbrado y otra que nos gustaría conocer”.

- PAULO COELHO - 


         ¡Hola queridos lectores! Espero y deseo de todo corazón que tanto vosotros como vuestras familias os encontréis bien de salud y, que estéis llevando esta situación de la mejor manera posible. En la entrada de hoy me gustaría hablar de un tema que desde una perspectiva filosófica e incluso jurídica, ha emanado a lo largo de la historia del ser humano y, que inevitablemente sigue patente en nuestros días, sobre todo ahora, que debido a la circunstancias del COVID-19, muchos sois los que estáis conviviendo más que nunca con familiares, seres queridos y, tal vez, con personas que no os están haciendo pasar por buenos momentos, en fin, mucho ánimo y pensad que todo esto va a pasar pronto. 

        Bien, entrando en el tema de hoy, me gustaría haceros reflexionar sobre la siguiente cuestión un tanto filosófica a la vez que jurídica: todos sabemos desde bien pequeños - ya que es algo que nos enseñan desde muy pronto - que el ciclo natural de la vida humana es nacer, crecer, reproducirse y morir. 

      Pues bien: ciclo natural que frecuentemente suelen olvidar nuestros seres queridos, sobre todo los padres, tutores, familiares mayores u otras personas que forman parte de nuestras vidas y que creen tener algún poder sobre nosotros y, más aún, si se ha generado una dependencia -  que normalmente suele ser excesiva o abusiva - de una de las partes hacia la otra. Y he aquí la cuestión: la parte que tiene esa dependencia a su vez es titular del derecho de libertad de poder elegir su propia vida, de poder decidir por sí mismo/a lo que quiere y desea vivir, cómo y con quién y, no la que otros se tomen la libertad arbitraria de elegir, libertad que en ningún concepto les corresponde, por ser éste un derecho personalísimo, irrenunciable e intrínseco, pues nace y muere con la persona. 

      En la mayoría de las ocasiones, bien por generarse una dependencia económica o emocional o, en el peor de los casos, ambas, la persona que se encuentra en esa situación a su vez se ve atada - o anclada - en un lugar que no le corresponde, viviendo la vida que otros quieren que viva sin ser lo que realmente desea y lo que le hace feliz. Así pasan los días, los años... en definitiva, el tiempo, hasta que llega el momento en el que es demasiado tarde para "reproducirse", es decir, vivir ese ciclo natural de la vida que por el simple hecho de ser persona le corresponde. Un ciclo natural que en el más amplio sentido de la palabra abarca desde la oportunidad de ser lo que uno quiere ser - o al menos de intentarlo - hasta el hecho de formar una familia en el sentido literal del concepto "reproducción".  Por ende, sea como fuere, se resume en la libertad de elegir lo que realmente se quiere y con quien realmente desea compartir la vida más íntima y personal. Nadie tiene el poder de retenernos, la esclavitud es algo que en el siglo XXI no tiene cabida, por mucho que las personas que se creen con poder se tomen la libertad de elegir por nosotros algo tan importante como con quién y en qué dedicar nuestro tiempo, es algo que en la actualidad está rotundamente prohibido, ya que toda persona tiene derecho a realizarse dignamente como persona y a elegir con libertad sobre su propia vida.

            No en vano, resulta curioso para quiénes creemos en la Justicia Divina, por nuestra propia experiencia somos conscientes que por mucho que las personas quieran hacer y deshacer en nuestras vidas, al final llega una fuerza externa que cierra todas las puertas que otros abren de manera egoísta e interesa, dejando abierta sólo aquella que realmente nos hace libres y felices o, al menos, aquella que más se asemeja a la vida que siempre hemos soñado, la que realmente nos pertenece. Y así nos lo dice la intuición y el corazón, por el hecho de que simplemente imaginarnos en esa situación nos aporta tranquilidad y paz en un momento lleno de oscuridad y angustia. Es pues, la puerta de nuestro destino, algo que no podemos controlar, simplemente dejarnos llevar una vez que decidimos abrirla y demostrar con hechos - a veces luchando, pues no siempre resulta fácil - que es ahí donde deseamos estar. Es en ese momento, cuando tenemos que ser conscientes de ese poder de decisión que ostentamos como persona individual e independiente y ejercer sin miedo nuestro derecho de elegir en libertad vivir una vida que sólo nos corresponde a nosotros. 

        En definitiva, la verdadera libertad prima en ese momento en el que uno decide por sí mismo escoger ese camino que la vida le ofrece, un camino lleno de incertidumbre debido al cambio, pero a su vez confortable y gratificante, pues, la sensación de liberación y felicidad es inestimable, además de emocionante. Soy consciente que se necesita valor, fuerza y confianza, pero en el peor de los casos, preguntaros: ¿qué puede suceder? Pensad que más vale intentarlo, aunque luego finalmente resulte que no era lo que uno pensaba - en ese caso habremos aprendido de lo vivido, pues nada sucede de balde - que vivir toda una vida anclados en la duda de lo que pudo haber sido y, no fue, no porque la vida no nos lo ofreciera, sino porque elegimos la opción - por comodidad o cobardía - de renunciar a ello y, seguir como se estaba, esto es, viviendo con tristeza la vida que otros querían y, no como realmente nosotros deseábamos. 

       Además, las personas que realmente nos quieren van a respetar nuestra decisión, es al menos ésta una bonita manera de demostrarnos su amor, ya sean nuestros familiares, amigos... simplemente tenemos que decirles si necesitan de una explicación que el camino que decidimos elegir nos aporta felicidad, algo que indudablemente resulta difícil de conseguir y, más aún en los tiempos que corren. Y si realmente nos quieren, desearan nuestra felicidad por encima de su egoísmo e intereses y, si no es así, pues tal vez debemos cuestionarnos muchas cosas, entre otras, que estamos dedicando nuestro tiempo y esfuerzo a personas que tal vez no se lo merecen. De igual modo, pensad que en otras ocasiones seremos nosotros quienes tengamos que respetar la libre decisión de las personas que queremos, en ese caso debemos recordar - como os he intentado transmitir - que forma parte del ciclo natural de la vida y, que en ese momento, sólo nos queda apoyarles y desearles toda la felicidad del mundo.

Comparto con vosotros un artículo que me ha parecido muy interesante:



Espero que os haya gustado la reflexión de hoy, debido a que la libertad de decisión y elección es un tema propiamente filosófico y jurídico, habiendo sido muchos los filósofos y juristas que han tratando el mismo a lo largo de la Historia de la Filosofía y de la Historia del Derecho, me ha parecido más interesante transmitiros de manera cercana y clara la idea principal que muchos de ellos defendieron en su momento y, que hoy día continúa patente como un pilar fundamental en la Carta Internacional de Derechos Humanos, en la jurisprudencia y, por supuesto, en los valores morales que hacen de la vida, una vida digna. Cuidaros muchísimo, y recordad: no dejad que nadie os diga lo que podéis o no podéis hacer, si la vida os lo pone por delante, aunque sea en vuestra mente y corazón, es porque es posible y, sobre todo, porque os lo merecéis. 
¡Mucho ánimo para estos días!
Con todo mi cariño y amor, Leticia.





"Toda salida es una entrada a otra parte". 

- Anónimo - 








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