Amor



"El amor más fuerte es aquél que puede mostrar su fragilidad".


- Paulo Coelho - 


¡Hola queridos lectores! Acaba de empezar el mes de agosto, un mes que invita a descansar, desconectar, ir a la playa, pasear, tomar el sol, leer, viajar... en definitiva, a hacer cosas diferentes que normalmente no solemos hacer. En mi caso, como podéis apreciar he aprovechado para escribir en mi rincón favorito, como bien dice el dicho: "toda ocasión es buena". 

En la publicación de hoy os quiero invitar a reflexionar sobre un tema del que he estado reflexionando estos días y del que estoy convencida de que en más de una ocasión habéis hablado o comentado con vuestras personas de confianza o, al menos, reflexionado en vuestra intimidad. En mi caso, he de decir que es un tema que también he tratado desde una perspectiva filosófica - pues muchos son los filósofos y corrientes filosóficas que han debatido sobre ello a lo largo de la Historia de la Filosofía - y desde una esfera más personal, también lo he tratado de una manera más espiritual. El tema es sobre el amor o eros.

Al hilo de la entrada anterior titulada "Alma y cuerpo" donde expongo fundamentalmente el mito del carro alado de Platón (para quienes no lo hayan leído os invito a ello) donde el pensador griego nos habla del amor (o anhelo de belleza) como elemento fundamental e imprescindible para que el alma regrese al mundo de las ideas. Sin embargo, es más bien en su obra Symposion (el Banquete) donde Platón íntegramente se dedica a reflexionar sobre el tema del eros. En suma, esta obra es un diálogo entre los siguientes personajes que reflexionan sobre el amor: 

En primer lugar, el personaje Pausanias, que nos habla del amor como un impulso reflexivo destinado a satisfacer los instintos y, del amor celeste como fuerza motora que tiende a transformar la propia personalidad. 

En segundo lugar, intervine en el diálogo Erixímaco, que nos habla del amor como fuerza sanadora desde una perspectiva propiamente médica. Luego, aparece Aristófanes, que percibe el amor como un anhelo de recuperar la unidad perdida, de encontrar aquello que nos falta, la mitad perdida que forma parte de nosotros. 

Por último, habla el maestro y gran filósofo Sócrates, quien considera que el amor es un deseo de lo que no se tiene y se desea poseer, algo que anhelamos como lo más bello y sublime. Sócrates nos habla de distintas fases del amor: en la primera fase, amar es desear poseer los cuerpos bellos, la siguiente fase sería amar las almas bellas y justas y, por último, el amor puro es el que se alcanzaría cuando se ama la ideal del Bien y de la Belleza, siendo estas las ideas supremas del mundo de las ideas. Pero ¿de dónde procede el amor? Según el maestro Sócrates el amor es el intermedio de la Abundancia y de la Indigencia, entre el saber y la ignorancia, entre las personas y los dioses. Por ello, el filósofo que es quien desea poseer la sabiduría como algo bello, encarna de este modo el amor a lo bello y al bien, siendo consciente de su carencia, siendo ésta no un elemento negativo, dado que gracias a la carencia, el amor tiene la función de despertar en el filósofo el deseo de adquirir sabiduría y, con ella, alcanzar lo bello, que es lo que conduce al alma a recuperar sus alas, esas alas que  permitan al alma regresar al mundo inteligible.

En este sentido, la filosofía sería una mezcla entre amor e inteligencia, de hecho por ello el significado literal de filosofía es "amar la sabiduría", porque quien la pone en práctica siente pasión por aprender, ama el conocimiento hasta el extremo de despertarse en su ser un deseo de querer comprender tanto el mundo exterior (cosmos) como el propio ser (ente) y su existencia.  

Por otro lado, para Aristóteles el amor es propiamente una voluntad, esto es, la voluntad de desear lo que nos creemos que es bueno. El pensador griego nos ofrece una definición más amplía del amor, centrándose en la amistad como base de toda relación humana, siendo el amigo que realmente ama el que se alegra de corazón de los éxitos de su amigo y se entristece de sus penas.

Por ende, según la mayoría de los filósofos griegos el amor es un sentimiento complejo que forma parte de la mayoría de las acciones, decisiones y estados de ánimo del ser humano. 

De manera genérica, más adentrados en la Filosofía Moderna, el amor se percibe como una emoción humana (sentimiento) que se relaciona con otras emociones, formando parte tanto de la esfera personal del ser humano como de su esfera social. 

En concreto, el amor para Nietzsche es cuando el ser humano deja de ser egoísta y comienza a querer al otro con deseo de amarlo. Según el pensador alemán quien bien ama al otro con sabiduría es consciente de que debe luchar contra el deseo de quererlo poseer para que el amor florezca, dado que para Nietzsche el amor surge como una conducta libre hacía el otro, cuando se ama no es por necesidad, sino porque surge sin más el deseo de amar y, por ello, uno deja de ser unidad para formar parte de una dualidad. 

En el caso de Freud, el amor es en cierto modo idealizar la realidad, es proyectar una imagen ideal en el otro de la que somos conscientes que nosotros no poseemos y que creemos haberla encontrado en el otro, por ello amamos al otro, a fin de conquistar una idea (imagen) soñada que nos completa a nosotros mismos a través del otro. 

Para Schopenhauer, el amor es lo más importante de la vida, de la humanidad y, por ende, de la especie humana, es lo que da sentido a la existencia del ser humano, dado que una persona enamorada, según el pensador "sacrifica su bienestar a la perfección de la especie".

Por último, desde una perspectiva metafísica, el amor se concibe como Dios al ser concebido como algo supremo que se encuentra más allá de lo físico que conduce al ser humano a realizar el bien y una conducta moral. En este sentido, la primera forma de ser de Dios es amor, siendo este la buena intención del ser humano en la relación con los otros, con Dios y con uno mismo.

Lo cierto es que muchos son los pensadores que a lo largo de la Historia de la Filosofía han escrito y reflexionado sobre el amor, desde Platón, San Agustín, Spinoza a Abelardo, Nietzsche, Sartre, Heidegger... para no hacer muy extensa la entrada de hoy, me he centrado en los filósofos y corrientes filosóficas que considero que defienden teorías más claras y objetivas. 

Y para vosotros ¿Qué es el amor? Para mí, el amor supremo y verdadero es Dios, luego está el amor así mismo y el amor al prójimo, cuando una persona ama a Dios y se ama así misma, es cuando de verdad está preparada para transmitir amor al prójimo, ya sea su pareja, familia, amigos e incluso terceros desconocidos, ama y siembra ese amor de manera incondicional sin esperar que sea correspondido. Ahora bien, si se trata de un amor dual (en el sentido estricto de pareja) considero que es un regalo de la vida (de Dios) cuando es verdadero y correspondido, es una bendición para ambos (y no una tentación, en todo caso las tentaciones serían los obstáculos que impiden la unión), donde las señales y una fuerza externa conducen de manera inevitable a un mismo camino lleno de amor, felicidad y paz. 

Espero que hayáis disfrutado de la lectura. Os deseo un feliz mes de agosto. Un fuerte abrazo, con todo mi cariño y amor, Leticia. 









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