La revolución del "networking"
En los
últimos años hemos sido testigos y protagonistas de una gran revolución: las
redes sociales. Pero ¿hasta qué punto forman parte de nuestra vida? La novedad es
que ya no nos conformamos con utilizar las redes sociales en nuestra esfera
personal, sino que las redes sociales
están transformando las relaciones profesionales. Hoy día para conseguir
trabajo es esencialmente necesario que una persona tenga un perfil registrado
en una o varias redes sociales más solicitadas como puede ser Facebook o LinkedIn. El “networking” trata esencialmente el tema de redes
sociales desde el ámbito profesional, lo eficaz y útil que resulta para una
empresa encontrar a través de las redes sociales a personas totalmente
competentes y preparadas, y a viceversa, como una persona puede encontrar y de
hecho encuentra trabajo en una buena empresa.
Debemos hacer una breve reflexión de si
internet y con ello si las redes sociales realmente nos hacen estar conectados
o más bien enchufados. El
problema, no es tanto que la gente utilice o no las redes sociales para
comunicarse con personas e incluso como un medio para encontrar trabajo, esto
es inevitable puesto que forma parte de nuestra evolución humana, una evolución
que viene dada por las nuevas tecnologías e internet. Sino que más bien está en
el tiempo que las personas le dedican diariamente a estas redes sociales. Cada
vez más, con las nuevas tecnologías y con ello internet, la gente se está
apartando de la realidad. El contacto físico, verbal, emocional, los gestos, la
imagen, la forma de expresarse… son elementos que antes eran esenciales y
necesarios no solo para una entrevista de trabajo sino también para
relacionarnos entre nosotros. Ahora, estos elementos han pasado a un segundo
plano, y han sido sustituidos por una pantalla, un teclado, un ratón y un cable
con conexión a la red que nos dan paso al espectáculo de la era informática: un
perfil en una red social donde ponemos nuestra foto y hablamos un poco de
nosotros, detallando estudios, trabajo, gustos, lo que estamos haciendo en un
momento determinado e incluso subimos fotos a la red para que sepan de nuestra
vida. Ahora somos más participes de una segunda realidad, la realidad virtual.
En definitiva, tenemos que reflexionar muy
bien en qué nos estamos convirtiendo, y más aún si el uso que estamos haciendo
de las redes sociales es el adecuado. Porque dicho uso, nos lleva a una serie
de problemas filosóficos como por ejemplo: ¿sabemos realmente cual es la
barrera entre lo público y lo privado? ¿Hasta qué punto nos importa lo que
sucede a nuestro alrededor cuando nos sumergimos en nuestro mundo de redes
sociales? Es más, ¿podríamos afirmar que cada vez estamos más conectados a la
red y más desconectados de la realidad? ¿Qué se valora más una persona puesta
al 100% en la red o una persona con la que podemos establecer vínculos
emocionales? Estos y más problemas son los que aparecen y debemos reflexionar
si hacemos un uso masivo y excesivo de las redes sociales.
A continuación señalaré algunos de los
problemas que acarrea un uso excesivo de la red, es decir, haré un enfoque de la
otra realidad de las redes sociales, esto es, de la realidad virtual:
Por un lado, está el problema de la privacidad, cuando una persona se hace un perfil social
expone en la red datos personales de gran importancia, cosa que no siempre es
consciente. Debemos saber antes de exponer nuestra identidad e intimidad qué es
lo que realmente queremos que sepan los demás de nosotros, y es más cuál es la
información que queremos que tengan de nosotros. Cuando subimos fotos, ponemos
nuestro teléfono, email o dirección de contacto, hablamos sobre nuestros
gustos, estudios o trabajo, estamos poniendo al uso de cualquiera una información
totalmente confidencial que no todo el mundo debería saber. Por lo tanto,
proteger ese derecho a la intimidad e identidad que tenemos todos, un derecho a
la privacidad, un derecho que por desgracia perdemos una vez que “nos abrimos”
una cuenta en cualquier red social. Una cuenta que se convierte en la puerta de
entrada a la realidad virtual.
Por otro lado, cuando una persona hace uso de las redes sociales,
debe preguntarse si realmente está conectada a la red o enchufada. Es esencial
que una persona sepa diferenciar entre ambos estados, puesto que una cosa es
conectarte un par de minutos al día para saber un poco de tus amigos
extranjeros, escribir a un amigo para quedar, ver algunas fotos sobre un
acontecimiento al que no pudiste asistir, para ver si tienes una nueva oferta
de trabajo, etc. Y otra cosa muy distinta es estar enchufado a la red, es
decir, pasar parte del día aislado de la sociedad, de la realidad, ya sea en
una cafetería, universidad, despacho, biblioteca… sin tener ningún tipo de
contacto verbal ni emocional con nadie, simplemente el justo y el necesario.
Dejando de lado a la gente que le apetece tomar un café contigo, charlar en el
bus o saber qué tal te ha ido el día mirándote a los ojos pudiéndote tocar. Por
desgracia, cada vez son más las personas que se aíslan en un mundo virtual,
dejando fuera el real. Cada vez son más los que viven conectados a la red, y
desconectados de la realidad. Y eso es un problema, porque como verdaremanete
conocemos a una persona es a través del contacto físico y el lenguaje verbal.
Por último, hemos de ser conscientes que hoy día se está llegando a
una situación, en la que hasta los propios empresarios valoran más a una
persona que está “puesta” al 100% en las redes sociales, que a una que simplemente
tiene una dirección de correo electrónico, pero que tal vez esté más preparada
y cualificada que una que está todo el día en internet. De hecho, esto es un
problema para la empresa, porque una persona que dedica su mayor parte del
tiempo a las redes sociales, no tiene mucho tiempo para dedicarlo a su trabajo,
¿realmente saben los empresarios las consecuencias que conlleva contratar a una
persona enchufada a la red? Eso con lo que respecta al ámbito profesional. Pero
¿y al personal? Hoy día también valoramos más a un amigo que tiene una cuenta
en una red social, porque supuestamente con él podemos estar más comunicados,
saber más de su vida, de lo que está haciendo en un determinado momento… que a
un amigo que solamente podemos llamar por teléfono o enviar un email. Lo
cierto, es que con el primero cada vez quedamos menos para tomar un café porque
se supone que lo sabemos todo de él, o tal vez cuando quedamos no tenemos mucho
de lo que hablar porque a través de la red social nos hemos enterado de lo más importante
o de casi todo de lo que ha hecho en los últimos días.
Sin embargo, con el
amigo que es un “pasota” de las redes sociales, si que puede darse la situación
de que tengamos muchas más ganas de quedar con él, de saber cómo está e incluso
cuando quedamos para tomar algo las horas pasan y pasan hablando porque son
tantas las cosas que tenemos que contar y que nos tiene que contar que nos
podemos tirar toda la tarde. En definitiva, los valores personales y
profesionales han cambio por impacto y uso de las redes sociales, pero tenemos
que pararnos a pensar que aquello que tal vez valoramos mucho de una persona
que hace uso de dichas redes, puede ser al cabo de un tiempo un defecto
personal o profesional.
Un abrazo, Leticia.
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