Lo moral
Uno de los conceptos filosóficos que más usamos en la sociedad,
apareciendo con frecuencia en los medios de comunicación, en debates, siendo usado cotidianamente por todos nosotros, es el de moral. Cuando decimos
frases tan comunes como: “lo moral sería que hiciese esto y no esto otro…”,
“actúa con moral”, “que poca moral tiene
esa persona”, “necesitamos políticos con moral”… estamos aludiendo a un
concepto en el que tal vez muchos de nosotros no seamos plenamente conscientes
de su significado filosófico. Por ello hoy os quiero hablar un poco sobre el
citado concepto, porque considero necesario e importante que una persona – sea
cual fuere – hable con propiedad. Por un lado, uno de los pilares fundamentales
de la moral es el de la reciprocidad,
esto es, nada sirve hablar de moral si en el juego nuestros actos no afectan al otro, ¿de qué me vale hacer el bien si no es un bien para otro? Es necesario
el afecto de los demás para poder hablar de moral, de lo contrario, si yo hago
el bien para mi no teniendo en cuenta la repercusión que mis actos pueda tener
en los demás, hablaríamos tal vez de egoísmo, y de lo que sería lo contrario a
la moral (inmoral) o actuaría sin moral (amoral).
Por ello el énfasis de lo moral es la justicia y no tanto el
bien individual, es la justicia porque el derecho al igual que la moral nace
como motivo del respeto a los demás,
del DEBER DE RESPETAR A LOS DEMÁS,
de lo que hace que lo justo sea a su vez lo moral o lo más próximo a ésta.
En consecuencia, lo moral debe ser plasmado en
normas, porque de lo contrario la mayoría de la sociedad no actuaría con
diligencia, normas imperativas, que obliguen a hacer o no hacer. Pero ese
mandato no debe proceder ni derivar de ninguna autoridad – ya sea religiosa,
convencional, científica – porque de lo contrario ya no estaríamos hablando de
moral sino de una ideología impuesta a una sociedad y eso sería contrario a
derecho, al orden público, y a la moral, y por tanto, injusto e inmoral. Por ejemplo, no
podría ser un argumento correcto aquel que justifique una norma como mandato
divino, porque lo moral lleva implícito un segundo pilar fundamental, que es lo
que sería la exigencia de una
justificación racional, una justificación universal y válida para el mayor
número de individuos, ajena a una determinada ideología, pensamiento,
costumbre… y sólo teniendo en cuenta el bien como un valor universal, y derivar
de él los deberes y prohibiciones que debe cumplir la sociedad afectada por esa
norma moral, que de manera individual cada sujeto de manera libre y responsable decide respetar y cumplir, convirtiéndose así en una persona moral.
Es sumamente
importante, que toda pretensión moral regulada en una norma sea simétrica y
universalizada, que tienda a la universalidad. Pero ¿a qué nos
referimos con universalidad? Richard
Mervyn Hare – filósofo analista inglés – definió la universalidad de la siguiente forma: Un juicio es
universalizable si es susceptible de ser aplicable en cualquier otro caso y
situación dadas unas condiciones de similitud. Así, si las condiciones son
similares, ambos casos y situaciones tendrían el mismo juicio moral. Las
condiciones deben ser las mismas (o, por lo menos, no variar en las relevantes
o sustantivas).
En definitiva, la
universalidad es un criterio irrenunciable en el discurso moral. Se debe ser moral y hacer lo justo.
Me despido con una
cita de Gregorio Marañón:
“El progreso de los hombres es siempre
aspiración a la universalidad.”
Muchas gracias por visitarme,
espero que tengáis una semana estupenda.
Un abrazo muy grande,
con todo mi aprecio, Leticia.
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