Renacimiento

 
Amor sagrado y amor profano, Tiziano, 1515.
      

          El Renacimiento constituye un periodo difícil de analizar en su totalidad. Es innegable que si nos limitamos a ciertos aspectos de la cultura, el arte, por ejemplo, el perfil del Renacimiento resulta claro e inconfundible: cualquier estudiante medianamente informado acerca de la historia del arte sabe que el Renacimiento representa una vuelta a los gustos y a los cánones clásicos, con el consiguiente abandono del estilo y modos medievales. Pero si en vez de fijarnos exclusivamente en el Renacimiento de cuño italiano, y en su faceta artística, dirigimos nuestra mirada a toda Europa y a todos los aspectos de la sociedad y de la cultura, la caracterización del periodo renacentista resulta más difícil y problemática.

      En primer lugar, muchos de los fenómenos y acontecimientos con que suele caracterizarse el periodo renacentista tienen su origen en la última etapa de la Edad Media: en ciertos aspectos el Renacimiento representa, pues, no una ruptura con la Edad Media, sino una continuación de un proceso ya iniciado en ésta. Así, en el terreno político, la creación de los estados nacionales aparece como un resultado de la desintegración del Imperio acaecida al final de la Edad Media; en el ámbito de lo económico, el individualismo y el crecimiento de la burguesía.

             Una segunda dificultad para la caracterización y análisis del pensamiento renacentista proviene que ciertos acontecimientos importantes producidos en este periodo no ejercen una influencia real y notable en la sociedad europea hasta muchos años después de producirse. Un ejemplo es el descubrimiento de América, que tuvo lugar, como es sabido en 1492 y cuyas repercusiones no se dejaron sentir hasta bastante tiempo después.

             Las circunstancias que acabo de señalar hacen difícil la caracterización y análisis del periodo renacentista (buena prueba de esta dificultad es la diversidad de opiniones de los historiadores al respecto, así como su falta de unanimidad tanto cerca de la duración de este periodo como acerca del momento histórico aproximado en que ha de ser fijado su comienzo). Al señalar esta dificultad, no pretendo, sin embargo, negar que esta época posea un significado y unas características propias.

            Durante este periodo se produce, sin duda, una honda transformación en las mentes y en la sociedad europea. De una parte, no podemos olvidar que las mentes más despiertas de la época tenían conciencia de que algo había cambiado en la cultura europea: estaban convencidos de que se había cerrado una época, la Edad Media (bárbara e ignorante, en su juicio), y había comenzado un tiempo nuevo de cultura y mentalidad más elevadas. De otra parte, durante este periodo tuvieron lugar acontecimientos de indiscutible importancia, que no será superfluo recordar:

         a)  En el orden cultural, en 1438, tiene lugar el concilio de Florencia-Ferrara, al que acuden teólogos y conciliares de Oriente, conocedores de la lengua griega y expertos en la filosofía y textos griegos. Pocos años después (1453) tiene lugar la caída de Constantinopla, que obliga a muchos intelectuales orientales a emigrar a Italia. Uno  y otro acontecimiento constituyen factores importantes en el desarrollo del humanismo: los intelectuales procedentes de Oriente impulsan el estudio de la lengua griega y la transmisión de los textos de los filósofos griegos. Dos ejemplos notables son Pletón y Baserión, ambos platónicos.

     b) En el orden de los descubrimientos, junto al autentico descubrimiento cultural del pasado griego a que nos hemos referido en el apartado anterior, en el siglo XV tiene lugar importantes descubrimientos y perfeccionamientos técnicos. El desarrollo de la cartografía, las técnicas de navegación y la brújula hacen posible la expansión marítima y comercial, el descubrimiento de América y el acceso a zonas del globo hasta entonces desconocidas. La utilización de la pólvora con fines bélicos facilita el fortalecimiento del poder real frente a la nobleza, cuyos castillos resultan abatibles a golpe de cañón. El descubrimiento, en fin, de la imprenta facilita la expansión cultural, las ediciones de los clásicos por parte de los humanistas y la circulación de textos bíblicos, que favoreció la reforma religiosa.

           c) En el terreno religioso, los factores de desintegración, existentes en el seno de la Iglesia ya desde el siglo XIV, culminan con la reforma en la primera mitad del siglo XVI. La rebelión luterana tuvo lugar en 1517, y Enrique VIII se proclamaba jefe de la Iglesia Anglicana en 1531. Del lado católico, en 1539 se organiza definitivamente la Compañía de Jesús, y poco después comienza el concilio de Trento.

     d) En el orden político-social, en este periodo se consolidan los estados nacionales y las monarquías absolutas. En estrecha relación con las nuevas formas políticas se produce un notable crecimiento de la burguesía y del capitalismo comercial.

          Los acontecimientos que acaba de señalar se encuentran estrechamente relacionados entre sí, se condicionan recíprocamente, y no podía ser de otro modo, ya que cultura, ciencia, política y economía no son ámbito aislados en el seno de una sociedad. Repárese en la siguiente cadena de influencias 8que no ha de ser interpreta de un modo puramente lineal): la utilización del cañón contribuye al triunfo definitivo de las monarquías sobre la nobleza, a la vez que plantea problemas de balística y estudio de las trayectorias de los proyectiles, que impulsan el estudio de la física; la monarquías, as u vez, apoyan a la burguesía y son apoyadas por éstas frente a la nobleza; los estados nacionales, por su parte, apoyan la reforma o la combaten según sus intereses (la reforma prosperó en aquellos países en que fue apoyada por el poder político y fracasó en los restantes); la fragmentación definitiva de Europa en estados nacionales origina nuevas formas de equilibrio entre los mismos: de este hecho, y de las guerras y colonización de América, surgen problemas teóricos nuevos relativos al Derecho Internacional, y discusiones de los filósofos acerca de las condiciones en que la guerra es justa, etc. Este es el ámbito en que los filósofos españoles – especialmente el jesuita Suárez y el dominico Vitoria – contribuyeron de forma más notable al pensamiento europeo: ambos se ocuparon de cuestiones jurídicas y políticas y tal vez no sea exagerado considerarlos como los iniciadores del Derecho Internacional, por ejemplo sobre el derecho internacional de gentes, F. Suárez decía lo siguiente:

            La totalidad de los hombres, ciertamente, no fue agrupada en un cuerpo político único sino que quedó fragmentada en diversas comunidades. Esto, sin embargo, no excluye en absoluto la conveniencia de que aquellas comunidades observen ciertos derechos comunes, a modo de alianza y acuerdo común entre ellas, a fin de que puedan ayudarse mutuamente y mantenerse en paz (lo cual es necesario para el bien universal). Y estos acuerdos comunes son los que denominan “derechos de gentes”, introducidos por tradición y costumbres más que por intuición. (F. Suárez, De las leyes, 3, 2, 6.)


      Los factores económicos y políticos actuaron, pues, impulsando la investigación técnica y científica, favoreciendo el desarrollo de distintas concepciones religiosas e ideas filosóficas. Junto a estos factores, tres son las fuerzas culturales que confluyen en la transformación del pensamiento europeo y en el advenimiento de la modernidad: el humanismo, la reforma y el desarrollo de la ciencia. Esta última fue, a largo plazo, la fuerza más poderosa y decisiva de las tres.


       En conclusión, desde el punto de vista de la historia del pensamiento filosófico y científico, el Renacimiento puede ser caracterizado como un periodo de transición entre la filosofía medieval y la filosofía moderna. Tres son las fuerzas culturales más significativas que operan durante el periodo renacentista: el humanismo, la reforma protestante y el avance ininterrumpido de la ciencia. De estas tres fuerzas la que más hondamente influirá en el advenimiento de la modernidad es, sin duda, la ciencia. El progreso científico en esta época se vio impulsado fundamentalmente por dos factores: por las necesidades de tipo técnico (armamento, navegación, etc.) y por el descubrimiento de los textos de científicos griegos, especialmente Arquímedes y el Pitagorismo. La vuelta a lo clásico – característica del Renacimiento en sus distintas manifestaciones culturales – influyó, pues, positivamente en la configuración de la ciencia moderna, cuyo triunfo definitivo tendrá lugar en el siglo XVII.

         En el campo de la filosofía, el periodo renacentista produjo múltiples individualidades y perspectivas que resultan difíciles de clasificar en líneas coherentes de pensamiento. En esto se distingue el Renacimiento tanto de la Edad Media (en que las corrientes filosóficas son pocas, vigorosas y perfectamente definidas) como de la Edad Moderna.


A pesar de ser una entrada extensa, espero que os haya gustado. He querido escribiros sobre el Renacimiento, tal vez porque personalmente estoy en una etapa de mi vida donde me encuentro en un renacer debido a diversos factores de transformación, un renacer que sin duda promete.

Un abrazo muy fuerte, y bienvenidos a mi nueva vida, que como todos los buenos proyectos ha comenzado en este mes tan maravilloso, septiembre. 



En esta vida hay que morir  varias veces pera después renacer. Y las crisis, aunque atemorizan, nos sirven para cancelar una época  e  inaugurar otra. 

Eugenio Trías.






...Y justo cuando la oruga pensó que era su final, se transformó en mariposa... :-)  



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