Cadena de favores
Hace unos
días volví a ver la gran película Cadena de favores, ¿la habéis visto?
Si no lo habéis hecho es un gran plan para estas navidades, es una de esas
películas que después de verla sientes cómo te ha aportado algo nuevo, una
sensación de volver a tener fe en la creencia de que en nuestro alrededor
todavía quedan buenas personas, personas que desinteresadamente están
dispuestas a ayudarte, a hacerte un favor sin esperar nada a cambio, tan sólo
la esperanza de que algún día alguien
haga lo mismo por ellas. En el caso de la película es al contrario, se trata de
personas que han recibido antes un favor y a cambio se comprometen a seguir la
cadena haciendo favores a otros, y todo gracias a un gran niño, que
convirtió un simple trabajo de clase en la idea más maravillosa que nadie
podría tener jamás, la solución a un posible mundo mejor, el mundo perfecto, lo
que filosóficamente sería “el mundo kantiano”.
¿Os
imagináis un mundo donde nos ayudemos unos a otros a cambio de seguir la cadena? Que alguien nos haga un
favor a cambio de que nosotros se lo hagamos a otros, en concreto, en el caso
de la película, a tres personas, y esas tres personas cada una de ellas a otras
tres, y así sucesivamente - mejor no os cuento la película y la veis, ya os
digo que no os va a defraudar - ¿Os lo imagináis? Es difícil ¿verdad? Estamos en
una sociedad donde cada uno va a su “rollo”, vive en su mundo y su vida como si
nadie más importase, vas en el metro y no esperas que nadie te ceda el asiento
o el paso al salir, caminas por la calle y sientes cómo la gente te empuja y con
una sonrisa entrecortada te dige “sorry”, “perdona”… pero observas cómo continua
empujando a la multitud. ¿Qué es lo que tiene que ocurrir para que alguien se
pare un segundo a hacer algo por otra persona? ¿qué es lo que tiene que suceder
para que una persona deje a un lado el interés, e invierta su tiempo durante un
momento en ayudar al otro? La respuesta la tuvo el niño de la película, sólo
eso sería posible si esa persona ha sido ayudada antes, de lo contrario, el
hombre por naturaleza es tan egoísta, que es incapaz de empatizar y sentir lo
que el otro siente sin haber estado antes en su situación y, haber sido ayudado
por otro, tras saber lo que se siente cuando se es ayudado, es cuando está
dispuesto a hacer un favor a otra persona. Pero lo cierto, es que no siempre es
así, es decir, estaréis de acuerdo conmigo que siempre hay alguien dispuesto a
echar una mano, a preguntarte si te ve en apuros ¿estas bien? ¿necesitas algo?,
pero también es cierto, que eso sólo ocurre entre una de cada cien personas que
pasan por nuestro lado, hay más personas que empujan en la vida que las que
ceden el paso, y eso es una realidad.
A pesar de
ello, existe un acontecimiento único que nos hace cambiar y ser mejores durante
unos días – aunque considero que deberíamos serlo todo el año – pero que
curiosamente ese acontecimiento consigue que en los mismos días, toda la gente de todo el mundo sea mucho mejor, una época
del año en la que todos sentimos el mismo espíritu, donde toda la humanidad está unida a través de la solidaridad, de valores y principios que durante el
resto del año muchos son los que suelen olvidar o dejar guardados en el cajón. Ese mágico acontecimiento es la Navidad.
Si algo tiene de especial esta época, es que todos nos volvemos muchos más humanos y
solidarios. Es el momento en el que dejamos de pensar en nosotros mismos y
miramos a nuestro alrededor, es la época en la que estamos dispuestos a hacer
favores sin esperar nada a cambio, simplemente una sonrisa, un abrazo y un beso
tienen más valor que nuestro tiempo o el dinero. Todos aquellos que sienten el
espíritu navideño sabéis a lo que me refiero y, para aquellos que no creen en ello,
les pido que miren a su alrededor y recuperen la fe.
La Navidad es una época familiar en la que todos o casi todos
coincidimos con los mismos valores de la vida, donde saboreamos cada instante
con la familia, amigos y estamos disponibles para ayudar sin pedir nada a
cambio. Pero aún así, creo que lo ideal es que ese
espíritu lo tuviésemos todo el año, creedme, seríamos mucho más felices, si en algo creo en la vida es que los favores se devuelven
con favores, los actos buenos que una persona hace desinteresadamente por el
otro, algún día esa persona será recompensada por ello, simplemente no tenemos
que perder la esperanza. Además para aquellos que me pregunten ¿qué consigo a
cambio de ayudar al otro? Simplemente les diría, felicidad, la misma que se
suele sentir cuando es Navidad. Al igual que el niño de la película, soy consciente de que es imposible, por ello tal vez la Navidad es mágica, hace durante unos días del mundo un lugar mejor.
Os deseo a todos Feliz Navidad.
Espero que estos días seáis muy felices.
Un millón de besos.
Leticia.
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