El experimento de Molyneux


       En esta entrada os propongo un experimento mental, imaginemos un ciego de nacimiento que aprende a distinguir a través del tacto dos figuras geométricas, en concreto, un cubo y una esfera, ¿qué sucedería si comienza a ver cuando ya es adulto? ¿sabría distinguir cuál es la esfera y cuál es el cubo simplemente viéndolos y no tocándolos? ¿Qué pensáis, podría distinguir la esfera del cubo sin tocar ni a una ni a otra? Veréis, este es el experimento que el científico Molyneux le propuso a Locke tras plantearse cuál era el papel de la experiencia desde la perspectiva empírica. Posteriormente, Leibniz recoge ese mismo experimento, dándole una solución distinta desde una perspectiva racionalista. Como veremos en esta entrada, lo curioso es que el mismo problema a través del mismo experimento, tiene dos respuestas totalmente diferentes, según el fundamento filosófico que guíe al autor, empirista o racionalista.

          Por un lado, Locke considera que ese ciego que comienza a ver, simplemente viendo y no tocando las dos figuras geométricas no podría saber cuál es cuál a menos que los toque. La base de esta respuesta está en la concepción de Locke de la experiencia, para Locke, la experiencia es un dato inmediato. Así, puede conocer por el tacto pero no por la vista, porque su conciencia visual, su mente estaría en blanco en cuanto a los objetos que puede ver y reconocer por la vista. Sólo tocando los objetos podría llegar a recordar en su mente la experiencia. Esta respuesta la podemos encontrar en su obra: “Ensayo sobre el conocimiento humano” (Libro II, Parte I, Apartado 24). Para Locke, el ciego no ha tenido antes ningún acto de conocimiento visual y, por lo tanto, no tiene material de expresión de conocimiento (=experiencia) visual.

            Por otro lado, Leibniz muestra en su obra Nuevos ensayos sobre el entendimiento humano, que no se trata simplemente que una persona ciega haya aprendido a tocar objetos, a identificarlos y a distinguirlos y luego puede ver. Se trata de que el ciego, al tocar los objetos, sabe cuál es cuál (conoce sus características: uno es liso y el otro tiene aristas). Para Leibniz, a través del tacto, se aprende algo más que el contenido sensorial. Así, adquiere conocimientos sobre las diferencias geométricas entre objetos. Por esto, para Leibniz, el ciego aprende geometría a través de lo sensorial y el entendimiento comprende intelectualmente las características del objeto. Por esto, cuando esa persona ve los objetos, sí que puede reconocer cuál es cuál porque reconoce las características. El ciego puede pensar por su cuenta e identificar con el entendimiento las características de los objetos. La mente no tiene ideas hechas de, por ejemplo, las figuras geométricas, pero sí que puede formarlas. Así, el entendimiento es estimulado y se pone en marcha por lo que recibe de la experiencia a un nivel puramente sensorial.

          Esto es una diferencia clara entre el racionalismo y el empirismo. Para los empiristas, el entendimiento no es activo, su función es recibir. Para los racionalistas, la mente es activa y se pone en marcha por la experiencia. Así, el entendimiento posee la capacidad de adquirir un concepto no sensible a partir de una experiencia sensible. Para Leibniz, la experiencia es el comienzo del conocimiento, pero no el único fundamento.

          En los racionalistas, la experiencia no es puramente sensorial y no es la única base del conocimiento. La percepción sensorial y el juicio están conectados. Para los empiristas, la percepción sensorial y el juicio pertenecen a diferentes niveles y están siempre separados. Para los empiristas, la experiencia consiste en datos sensoriales (y nada más) u los conceptos se forman exclusivamente con esos datos. Así, la experiencia es la fuente de todas las impresiones y de todos los conceptos y juicios válidos. Así, todo conocimiento se obtiene a través de la experiencia.

           Locke considera que el entendimiento es una facultad que se limita a manejar los datos de la experiencia. El entendimiento maneja los datos de la experiencia de diferentes maneras: combinándolos, comparándolos y quedándose con sus características comunes de algunas ideas para obtener ideas generales. Todo el material del conocimiento y del entendimiento se obtiene de la experiencia. Todas las ideas también provienen de la experiencia. Por esto, la conciencia, al principio, está en blanco. El origen y la fuente del conocimiento es la experiencia. Locke considera la mente “un papel en blanco sin ninguna letra escrita”.

          El pensamiento racionalista confirma que la experiencia es el comienzo de algunos conocimientos, pero no el origen de todos los conocimientos. La mente o el entendimiento no es un “papel en blanco”. Existen unas ideas innatas (por ejemplo, en Descartes) o algo con la capacidad virtual de estimular la capacidad de configurar conceptos no limitándose únicamente al contenido de la experiencia (en Leibniz). Sin embargo para los empiristas, la formación de conceptos siempre se lleva a cabo sobre la única base de la experiencia sensorial; mientras que, para los racionalistas, la formación de conceptos necesita, además de la experiencia sensorial, la capacidad intelectual (Nunca la inteligencia humana estará en blanco y nunca habrá una experiencia pura como simple reflexión al 100% del acto de los sentidos).

    El empirismo, frente al racionalismo, se caracteriza porque algunos conceptos que son claves para el conocimiento son limitados o descartados por los empiristas.  En este caso, el caso de Hume es un caso especial. Hume rechaza el concepto de “causa”. Para él, el entendimiento no puede desarrollar el concepto de causa sobre la base de la experiencia de determinados fenómenos naturales. Si se observan dos fenómenos, a partir de los datos sensibles, el entendimiento, por ser pasivo, no puede establecer el concepto de causa. Ya que esto sería rebasar las capacidades del entendimiento. Hume sí que afirma que hay una relación entre ambos fenómenos.

Así, transforma el concepto de causa en otra cosa distinta: la relación causa–efecto (que no es lo mismo que el concepto de relación causa–efecto). No se trata de cambiar un concepto por otro, sino de indicar que no hay posibilidad de ese concepto. Se capta una relación, pero ésta es puramente sensorial, puramente de la experiencia. El entendimiento no puede construir el concepto de relación causa–efecto. Pero, aunque no lo podamos hacer, tenemos el hábito de hablar de esa manera. Esto es muy importante, ya que, a partir de esta limitación, el mundo sólo puede ser conocido de una manera fenoménica y conocido descriptivamente (sólo descriptivo en cuanto a los fenómenos). Así, no se puede conocer la razón o la causa de las cosas.

   Se abandona la noción de causa por completo. La conclusión de esto es que hay que limitarse a la información que ofrecen los sentidos como fuente de conocimiento. El planteamiento no empirista no se encuentra limitado por esto. El racionalista acepta la información de la experiencia y trata de averiguar el porqué de las cosas y hay que dar una explicación racional del mundo físico. El conocimiento se basa en la inteligencia y en la experiencia. Para Descartes, conocer el mundo físico significa:

· Tener los datos de la experiencia.
· Reunirlos.
· Interpretarlos.
· Aplicar determinados conceptos en esa interpretación.


       En definitiva, podríamos decir que la experiencia es un punto de partida y el entendimiento actúa también elaborando conocimiento. Ahora es vuestro turno, ¿qué creéis que tiene más peso, la experiencia o el conocimiento? ¿creéis que el ciego si empezase a ver, podría distinguir la esfera del cubo simplemente viéndolo sin tocarlo? ¡A filosofar se ha dicho! ;-)

      Por cierto, al hablaros del experimento del ciego, me ha venido a la cabeza la obsesión que tenía Picasso por la ceguera, de ahí que la imagen de este post sea su cuadro "El viejo guitarrista ciego", os dejo un enlace de un artículo muy curioso sobre Picasso y su obsesión por la ceguera:

http://www.elmundo.es/elmundosalud/2004/04/13/medicina/1081872818.html 


 
Tened un feliz puente, un abrazo muy grande.
Leticia.

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